Siempre sucede que
cuando se cierra un libro sin haber leído todas sus páginas viene alguien y te
cuenta el final.
Eso es lo que le está
sucediendo al emérito Juan Carlos I. Un hombre del que, al parecer, los
periodistas lo sabían todo y ninguno decía nada.
Por utilizar una frase
más ilustrativa, que copio y pego directamente del mismísimo Jaime Peñafiel: “Valgo más por lo que callo que por lo que
cuento”.
Qué desfachatez, encima
alardean. Después de eso a quién le extraña nada. Con periodistas así no hay manera. Están más preocupados —me
refiero a los periodistas— porque les domicilien las prebendas y que los agasajos
les lleguen a tiempo, que en contar la verdad.
¿La verdad? A quién le
interesa la verdad.
Y claro, a rebufo de
tanto floripondio, florecen los patriotas. Conste que patriota puede ser
cualquiera, y de cualquier sitio.
Pujol, por ejemplo, era
un patriota que se envolvía en papel celofán de señera como arma defensiva. Que
dicen que soy un ladrón, pues respondo que no me atacan a mí, sino que atacan a Cataluña. Y así, todo,
que cuela. Hagan juego.
El recurso, todavía
está en boga, con gran éxito, vale para
todo el mundo. Tanto sirve para el nacionalista catalán como para el español
del barrio de Salamanca o para el
negrito de Vox. Mientras dé resultado es prueba de que sirve. Lo demuestra que
el truco lo utilizan todos. Indistintamente. Vamos, es de primero de
nacionalista. Después se doctoran en Morro y les dan el cum laude en
Manipulación los del Ibex 35.
Como es natural, de
tanto tapar cosas y con tanto cómplice, se multiplican los pinochos. Mirad, si
no, a pinocho González, jarrón chino revenido en pongo, la desmemoria que acabó
gestándose él solito a base de connivencias:
Consintió los abusos del
emérito, arropó al molt honorable Pujol en su política trilera y alcanzó el
grado de Comandante X por la gracia de Dios. Le faltó andar en cantares de juglería
y salir en los guiñoles de tanto que le lamieron el culo a tan ilustre
gerundio.
¿Y qué, le pasó algo a
tan ilustre prócer, entró en alguna cárcel o alguien lo enjuició por algo?
Pues, no. Por ahí anda
el pavo, dando lecciones magistrales envuelto en la bandera de España, y olvidándose de que después de unos años estelares hasta
la presidenta del BOE se le convirtió en batracia de tanto robar.
Eso sí, él por aquella
época declaraba que se enteraba por la prensa de los casos de corrupción que se
daban en su partido, que no sabía que estaba rodeado de quinquis. Imaginó que,
lo poco o lo nada que sabía se lo debió chivar Peñafiel, experto en saber mucho
y en contar poco.
Así seguimos.
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