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lunes, 15 de junio de 2020

Los manipuladores.


Siempre sucede que cuando se cierra un libro sin haber leído todas sus páginas viene alguien y te cuenta el final.

Eso es lo que le está sucediendo al emérito Juan Carlos I. Un hombre del que, al parecer, los periodistas lo sabían todo y ninguno decía nada.

Por utilizar una frase más ilustrativa, que copio y pego directamente del mismísimo Jaime Peñafiel: “Valgo más por lo que callo que por lo que cuento”.

 Qué desfachatez, encima alardean. Después de eso a quién le extraña nada. Con periodistas  así no hay manera. Están más preocupados —me refiero a los periodistas— porque les domicilien las prebendas y que los agasajos les lleguen a tiempo, que en contar la verdad.

¿La verdad? A quién le interesa la verdad.

Y claro, a rebufo de tanto floripondio, florecen los patriotas. Conste que patriota puede ser cualquiera, y de cualquier sitio.

Pujol, por ejemplo, era un patriota que se envolvía en papel celofán de señera como arma defensiva. Que dicen que soy un ladrón, pues respondo que no me atacan a  mí, sino que atacan a Cataluña. Y así, todo, que cuela. Hagan juego.

El recurso, todavía está en boga, con gran  éxito, vale para todo el mundo. Tanto sirve para el nacionalista catalán como para el español del barrio de Salamanca o para  el negrito de Vox. Mientras dé resultado es prueba de que sirve. Lo demuestra que el truco lo utilizan todos. Indistintamente. Vamos, es de primero de nacionalista. Después se doctoran en Morro y les dan el cum laude en Manipulación los del Ibex 35.

Como es natural, de tanto tapar cosas y con tanto cómplice, se multiplican los pinochos. Mirad, si no, a pinocho González, jarrón chino revenido en pongo, la desmemoria que acabó gestándose él solito a base de connivencias:

Consintió los abusos del emérito, arropó al molt honorable Pujol en su política trilera y alcanzó el grado de Comandante X por la gracia de Dios. Le faltó andar en cantares de juglería y salir en los guiñoles de tanto que le lamieron el culo a tan ilustre gerundio.

¿Y qué, le pasó algo a tan ilustre prócer, entró en alguna cárcel o alguien lo enjuició por algo?

Pues, no. Por ahí anda el pavo, dando lecciones magistrales envuelto en la bandera de  España, y olvidándose  de que después de unos años estelares hasta la presidenta del BOE se le convirtió en batracia de tanto robar.

Eso sí, él por aquella época declaraba que se enteraba por la prensa de los casos de corrupción que se daban en su partido, que no sabía que estaba rodeado de quinquis. Imaginó que, lo poco o lo nada que sabía se lo debió chivar Peñafiel, experto en saber mucho y en contar poco.

Así seguimos.

 

 

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