Durante la misa
dominical del 14 de junio en la Catedral de Valencia el cardenal Cañizares dijo
lo siguiente:
“Porque
el demonio existe en plena pandemia, intentando llevar a cabo investigaciones
para vacunas y para curaciones. Nos encontramos con la dolorosísima noticia de
que una de las vacunas se fabrica a base de células de fetos abortados. Así de
claro. Y eso es inhumano, eso es cruel, y ante eso no podemos alabarlo y
bendecirlo, todo lo contrario”.
Sí, efectivamente, creo
que Cañizares, el cardenal, en lo único que tiene razón es en el final: “todo lo contrario”. Porque así debería
de ser. Pero el problema es que no lo es, y lo peor del caso es que Cañizares,
todavía Cardenal, es reincidente y que una cosa es arengar desde un púlpito y
otra mentir y reincidir constantemente en el delito.
Y claro ante lo descomunal de lo anormal, una de dos: o normalizamos
la cosa y metemos a un cardenal en la cárcel o llamamos a su jefe, porque
Cañizares tiene jefe, y le decimos, le imploramos:
“Oye,
Bergoglio, papa Francisco, o metes a Cañizares en una guardería, lo cesas o
algo así, o nosotros, el Gobierno de España, denunciamos que tú eres rojo de
lengua, pero no de obra”.
Conste que de esos hay muchos.
Así que, si el galán
Bergoglio decide seguir no enterándose de lo que hace el actor secundario Cañizares, pues a la
cárcel con tan desalmado cardenal, que quizá allí (en la fonda del sopapo) se encuentre cómodo miserable tan principal, hombre impío donde los haya y auténtica nulidad como
cristiano.
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