¿Habéis visto a alguien
detenido, esposado y camino del trullo? Pues, yo tampoco. No se ha detenido a
nadie, no se le ha esposado y tampoco se ha encarcelado preventivamente a nadie.
Ni siquiera cuando la evidencia del delito quedó demostrada. Hablo de lo sucedido
en Madrid, y sospecho que en más sitios, con los geriátricos. Hablo de las
cartas, circulares, o como queráis llamarle, que la Comunidad remitió a los
hospitales ordenándoles no admitir a
personas mayores provenientes de geriátricos. Hablo de homicidios. De
muchos homicidios. Hablo de homicidios de Estado.
No deberíamos
conformarnos con que el suceso se solventara con la dimisión de alguien que pasaba
por allí. O sea, con algún cabeza de turco. Deberíamos exigir que la Fiscalía
General del Estado actuara de inmediato. Es su deber. Es su obligación. Y si no
lo hicieren, ¿para qué sirven, para qué están, para qué les pagamos, cómo
justifican su existencia?
En definitiva, hay que
modernizar la democracia feudal que soportamos. Hay que deshacerse de lo que no
funciona, de lo podrido y de lo absurdo. No se puede tolerar ni un minuto más que la
forma de acceso a la Jefatura del Estado sea por herencia o que existan políticos aforados y amarrados
a sus privilegios. Ya está bien de nazismo encubierto, que eso es lo que son
las circulares de Madrid, y de politicastros dando lecciones homicidas.
Que detengan a los
responsables, que los esposen y que los encarcelen. Es imperioso. Son
peligrosos.
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