En Galicia la vergüenza
la sufrimos en forma de atraco. La variante popular del escarnio que sufrimos
está en la autopista, la AP 9 que vertebra casi todo nuestro país, aunque no
todo. Si vas por la autopista, ¡y quién no ha ido!, estás informado que de A
Coruña a Tui vas a ser atracado cuatro veces por cámaras o por personas
apostadas en cabinas. Importe de ida: 19,80. A la vuelta, otro tanto. Dicen que
van a poner un sistema de bonificaciones, ¿el cuento de la buena pipa?, cuando
lo que tenían que hacer era bajar sustancialmente el precio y acabar con el
atraco. Pero, no. El caso es enredar. Lo importante es prometer y después hacer
lo que pone la letra pequeña. Lo importante es mentir y que el sufrido
consumidor consienta.
La verdad, me siento
engañado. Engañado por no poder esperar nada de la derecha. Engañado porque la izquierda promete y después siempre encuentra
excusa para incumplir lo prometido. Llevamos así toda la vida, y nosotros los
consumidores consintiendo que nos engañen. Somos unos gilipollas, unos de
hecho, otros por elección. No sé cuál de
los dos será peor.
Por supuesto, del AVE
ni hablo. Canela fina es el tema. ¡Menudo peliculón! ¿Recuerdan ustedes cuando
el ministro de fomento dijo que el AVE se inauguraría en el año 92? Pues
sucedió. Y no sólo una o dos veces, a tutiplén. Aquel ministro se llamaba Abel
Caballero, hoy en día empleado de iluminado olívico, y nada ahí continúa tan
campante, haciendo el chorras diciendo chorradas. Eso por no hablar de los
medidas de seguridad de segunda categoría puestas en el AVE que no es AVE, que
propiciaron la muerte de 100 personas en Angrois y para el que no se encontraron
responsables políticos (Pepiño Blanco) sustanciando la desvergüenza echándole
la culpa al maquinista y a un tipo que sacaron de no se sabe muy bien dónde…
En fin, vergüenza y escarnio igual a lo de siempre.
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