Buscar este blog

miércoles, 1 de julio de 2020

Los reyes en la Villa Olímpica.


Disculpad el lenguaje, pero uno de los mayores hijos de puta de la historia, un tipo sádico y cruel, causante de uno de los mayores genocidios de la historia, fue Leopoldo II de Bélgica.

Ése cabrón tan insigne, dueño en la Costa Azul de la villa más lujosa del mundo en aquellos momentos, tenía además de a sus tres queridas oficiales, un pigmeo como animal de compañía al que exhibía con orgullo de feliz propietario a sus visitas.

Pues bien, ahora el actual rey de Bélgica pide disculpas por el genocidio de su antecesor y pelillos a la mar.

Y claro, como una cosa no tiene que ver con la otra, a mi cabeza acudió la imagen de los actuales reyes de España visitando en Sevilla la famosa barriada de las tres mil viviendas, también conocida por Villa Olímpica.

El irreal matrimonio se apeó de su recién estrenado Mercedes, ése que la prensa nos cuenta que costó más de medio millón de euros, un pelín menos que la luna de miel que supuestamente pagó emérito y un amigo a pachas, y que en realidad pagamos tú y yo, nosotros, vosotros y ellos, y se dieron un garbeo guardando las pertinentes distancias sociales; y así, entre despliegue de fastos, fanfarrias y alharacas saludaron moviendo sus manitas a los aborígenes allí congregados.

Como se tiene por natural, los visitados se mostraron encantados con tan irreales visitantes. Aplaudían los muy pigmeos, y les pedían, imploraban y gritaban, que se acercaran, pero ellos, nada, a lo suyo. No se acercaron, ni por un momento, no fueran a contaminarse.  

Después, como no, volvieron a subirse al flamante Mercedes, el chófer los llevó a saludar a otras partes, y atrás dejaron a los pigmeos compuestos y en chándal, sin siquiera medallita olímpica, pero con la colección de cromos actualizada de tan irreal Casa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario