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martes, 28 de julio de 2020

Lannister y Borbones.


Si por algo destacaba la serie Juego de Tronos era por sus escenas de sexo, por el desparpajo con el que los guionistas mataban a los personajes y por la divisa extraoficial de una de las familias de ringorrango, los Lannister. Aquella que rezaba: “Un Lannister siempre paga sus deudas”.

Fue un éxito, un fenómeno sociológico; pero después de una última temporada mediocre y un último capítulo lamentable, se murió. Pese a todo, no os preocupéis lo adictos, todo llegará, llegará tiempo de secuela, de precuela y madre que los parió.

Pues, oye, qué casualidad, con los Borbones, otra dinastía feudal que los españoles importaron en el siglo XVIII de las francias más francesas pasa lo mismo pero al revés. También hay sexo a mansalva; eso incluye cuernos, amantes e hijos ilegítimos a tutiplén; también se mueren los personajes, tiros, veneno, de forma  accidentalmente accidentada; pero al contrario que sus homónimos de la ficción, ellos nunca pagan sus deudas. Es más lo tienen por divisa campechana: “Los Borbones nunca pagamos nuestras deudas, coño. Se sienten”.

Y hacen bien, porque según la vigente legislación española, los Borbones no están sometidos a las leyes terrenales sino a las divinas. De facto pueden hacer lo que les salga de los cataplines. Tal magnanimidad la consiguieron sin siquiera ser originarios de la española España.

Por tanto, hay que sufrirlos de la misma manera que sufrimos a la almorrana llamada  Agencia Tributaria, y por mucho que nos dé dentera verlos restaurados por tercera vez a cuenta de los mismos infames que después desprecian a los inmigrantes y después los importan como reyes. Y todo gracias al gracioso general ferrolano, al exageradísimo carnicerito.

Pero como el tocino alimenta más que la velocidad, los socialistas de pesebre que nos gobiernan muestran su apoyo a gente de ínfulas tan feudales sin siquiera deshojar un solo pétalo de su capullo. Defienden la institución y a tan ilustres  invasores, y convierten al jefe de la tribu en inviolable. Consienten y amparan que esta monarquía de inmigrantes haga de atrezo del Estado y okupe la más alta jefatura del Estado. ¡Viva Francia!

A cambio, los Borbones agradecidos se hacen fotos, balbucean discursos escritos por los amanuenses de guardia y reparten estampitas a diestro y siniestro entre  sus fieles.

Es así, y si no me crees,  te exhorto a que lo compruebes por ti mismo. Te darás cuenta, a poco que pienses, que esta serie, los Borbones, serie en la que nunca hubo capítulo bueno, ahora es lamentable, anacrónica y cara, propia de esta España de carotas que padecemos.

 

 

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