Es incomprensible el
odio visceral que suscita Pablo Iglesias entre alguna gente. Tampoco es
comprensible que porque sí se le llame sinvergüenzas a los miembros del gobierno y
que en el mismo párrafo se defienda al señor Emérito con pasión. Al parecer,
entre los que practican el desbarre se ha puesto de moda la irrealidad. Porque,
o es eso o es que viven en un mundo paralelo.
Porque, vamos a ver,
aclaradme: ¿al Coletas lo acusan de algo? ¿Entonces, a cuento de qué viene
tanto desbarre?
Alabar a Emérito cuando
se sabe que ha cobrado, o que le han pagado, que es lo mismo, comisiones de
forma ilícita e ilegal y que encima ha cometido delito fiscal continuado al
llevarse el dinero a paraísos fiscales, a alguna gente, por lo que se ve, le
parece de lo más normal.
(Ojo, y no hablo ni
juzgo el comportamiento personal de Emérito ni el papelón de su Irreal familia
compartiendo actos, viajes y mandangas con sus queridas y con los niños de
Campechano cantando palmas, palmitas que
viene papá, que ellos sabrán.)
Pues, todo lo anterior,
lo de alabar al Emérito, el disculparlo y al tiempo odiar visceralmente a Pablo
Iglesias e insultar a diestro y siniestro a todo quisqui que no piense como
ellos, es a lo que se dedica la folclórica España aficionada a la vida en
blanco y negro.
Quizá si le pusieran subtítulos
a esta película chusca que sufrimos algunos la entenderían porque con las imágenes
que ven el magín no les alcanza para tamaño esfuerzo; y que conste que lo digo en la
presunción de que los insultadores supieran leer. Cosa, por lo que se ve, harto dudosa.
Claro que una cosa es saber y otra bien distinta entender. Mientras tanto: “Emérito, bueno; Coletas, cabrón”
¿Por qué? Porque lo dicen ellos y
punto pelota.
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