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miércoles, 22 de julio de 2020

Con dos dedos de frente por bandera.


Es incomprensible el odio visceral que suscita Pablo Iglesias entre alguna gente. Tampoco es comprensible que porque sí se le llame sinvergüenzas a los miembros del gobierno y que en el mismo párrafo se defienda al señor Emérito con pasión. Al parecer, entre los que practican el desbarre se ha puesto de moda la irrealidad. Porque, o es eso o es que viven en un mundo paralelo.

Porque, vamos a ver, aclaradme: ¿al Coletas lo acusan de algo? ¿Entonces, a cuento de qué viene tanto desbarre?

Alabar a Emérito cuando se sabe que ha cobrado, o que le han pagado, que es lo mismo, comisiones de forma ilícita e ilegal y que encima ha cometido delito fiscal continuado al llevarse el dinero a paraísos fiscales, a alguna gente, por lo que se ve, le parece de lo más normal.

(Ojo, y no hablo ni juzgo el comportamiento personal de Emérito ni el papelón de su Irreal familia compartiendo actos, viajes y mandangas con sus queridas y con los niños de Campechano cantando  palmas, palmitas que viene papá, que ellos sabrán.)

Pues, todo lo anterior, lo de alabar al Emérito, el disculparlo y al tiempo odiar visceralmente a Pablo Iglesias e insultar a diestro y siniestro a todo quisqui que no piense como ellos, es a lo que se dedica la folclórica España aficionada a la vida en blanco y negro.

Quizá si le pusieran subtítulos a esta película chusca que sufrimos algunos la entenderían porque con las imágenes que ven el magín no les alcanza para tamaño esfuerzo; y que conste que lo digo en la presunción de que los insultadores supieran leer. Cosa, por lo que se ve, harto dudosa.

Claro que una cosa es saber y otra bien distinta entender. Mientras tanto: “Emérito, bueno; Coletas, cabrón” 

¿Por qué? Porque lo dicen ellos y punto pelota.

 

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