Se subió al púlpito
vestido como para una boda, duchado y perfumado, sin embargo, cuando empezó a hablar
me di cuenta de que era un cerdo lo que veía escupiendo mierda por la boca.
Reconozco que no era la
primera vez que veía hablar a un cerdo, aunque sí la primera que oía hablar
a éste gorrino en concreto. Qué fenómeno. Un cerdo parlante que, por lo que
decía, parecía recién fugado de un psiquiátrico, y por lo que se veía, había huido
vestido como para una boda.
Sin embargo, lo más extraño es que este cerdo tiene una piara de seguidores. Gentes, que presumen de personas,
que manifiestan cabreo desde que se les murió el exageradísimo general que fue
Franco, y que, afectados ellos, ponen
velas a San Judas Tadeo, patrón de los imposibles, rogando por su próximo
advenimiento reencarnado en cerdo mamandurrio vestido de boda.
Aducen que, con Franco
se vivía mejor, y constato yo que nivel de cojones; dicen que había libertad,
sol a todas horas y libertad para ir a todas partes…, y digo yo que sí, que al
cine a Perpiñán a ver testas, a la
vendimia, o ir a la cárcel no estaba prohibido. Y todo ello, por supuesto, sin
caer en libertinajes bolivarianos como ahora en los que un cerdo puede decir
cerdadas sin que pase nada. Además, nunca como antes hubo tanta libertad de pensamiento
ni lució la piel de toro que es España tan bajo palio. Ni de broma, vamos, ni
por obra, ni por omisión se puede comparar lo de ahora con lo de antes.
Y fue así, recordando
las bondades del antiguo régimen, qué tiempos, el Dúo Dinámico, las suecas,
Alfredo Landa, Gracita Morales, la Casa de los Martínez, Cesta y Puntos, los
grises dando hostias, cuando recordé que intentar convencer a un idiota de que
es un idiota es tarea de idiota máxime si el
idiota, además de idiota, es cerdo y loco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario