Es curioso, pero
estamos en una situación en la que tanto puede ser buena una cosa como su contraria.
Estamos, por si no lo sabes, en prueba/error. Por tanto, la cosa puede ir bien,
mal o por la calle de en medio. Cualquiera sabe.
Asumido esto, también
conviene no hacer ni caso a los que siempre saben lo que va a suceder. O lo que
es lo mismo, no hagáis ni caso a los profetas, a los augures ni a los videntes
de lo pasado. Estad atentos.
Pero, si tienes problemas
para identificarlos recuerda que si escuchas decir a alguien la frase “ya lo decía yo” o su variante personalizada “ya te lo decía yo” querrá decir, sin
lugar a dudas, que estás en presencia de un/a idiota.
Recuerda que el/la
idiota cursó virología y epidemiología durante el confinamiento. Por tanto, es
más listo incluso que Pablo Casado que necesito el doble de tiempo para hacer
media carrera. Recuerda, también, que estás en presencia de alguien que habla
con la propiedad que da el desconocimiento y que gozas de la compañía de un
fulanito o fulanita de cerebro unicelular.
Pero si, pese a todo,
encontraras dificultades para distinguir
a estas joyitas tendentes a alucinar con la verdad y a distorsionarla a su
antojo, siempre puedes tirar de los elementos iconográficos en boga para proceder
a su reconocimiento.
Por ejemplo, si ves a
un tipo o tipa diciendo solemnes tonterías envuelto en la bandera de España no
hagas nada: quédate quieto y ponte tapones en los oídos, si puedes, o huye despavorido
de la filípica que estos ñoños practican.
Al fin y al cabo, ni
siquiera tu trompa de Eustaquio está para escuchar la hartura de sandeces que
dicen. Ni la tuya ni la de nadie, porque mira que decir que con Franco se vivía
mejor. ¡Qué epidemia!
Yo creo que, si Franco
levantara la cabeza no se creería que hubiera
tanto tonto diciendo tantas tonterías.
¡Qué se le va a pedir a
la chusma que admira a un asesino!
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