Ayer hice un Skype con
mi amigo Maxha, uno que está empleado de
rey en Tailandia, me contó que
con esto del confinamiento estaba más aburrido que un hongo, que tenía poca
confianza con el séquito que lo amenizaba, “me llaman Rama X como si fuera un
superhéroe, no te digo más”, y acabó cuasi implorándome si podía ir a hacerle
un poco de compañía. “Y dónde estás”, le pregunté. “Pues, por aquí, por los
Alpes, cantando tirolesas” Quedé compungido, soy un tipo de esos de los que
gustan echar una mano a un amigo, máxime si está necesitado, pero en este caso
no iba a poder ser. Lástima, ¡mecachis! Barruntaba qué decirle, cuando él
leyéndome el pensamiento se me adelantó: “por cierto, que no te dije, que me
traje del pueblo —se refería a Tailandia—
a 20 de mis concubinas, las de mejor ver, y como buen republicano que soy
debes de saber que además de estar a mi
disposición no tendría inconveniente alguno en cedértelas en usufructo mientras
estuvieses o estuvieras aquí, caso que aceptes, claro” ¡Cáspita! ¿Veinte?,
uno no recibe una oferta así todos los días, tipo El Padrino, de las que no se
pueden rechazar, y además por veintiplicado. ¡Menudo abarrote! Pero, soy gallego,
hombre cauto que no gusta de líos, le pregunté: “Vale, pero una cosita,
amigo Maxha: ¿y con las propias qué hiciste, dónde las dejaste” Porque, no sé
lo dije antes, pero el colega tiene cuatro esposas y yo cero ganas de follones;
además, hombre precavido vale por dos, ¿o no? “Tranqui, nota —me contestó— las
dejé en keli,1 bastante curro tienen paseándome a
los chukeles2” Comprobé que el Maxha dominaba el tema, no se había
olvidado del cursillo que le habíamos dado mi peña del barrio de Monte Alto y yo el día
que lo llevamos a ponerse ciego a bígaros. Qué día; fue tan espectacular que de
postre le regalamos un dedal de oro, del cagó el moro (uno que pasa costo
culero) y un diccionario básico de Koruño. Se lo zampó todo. ¡Mecagoenlacona,
que hambre atrasada nos traía el muy chinorri! Y ahora, aquí me veis, en los Alpes, sufriendo; pues, no va mi colega Maxha y me envia un avión medicalizado, como si yo fuese un vulgar presidente de una ciudad africana, para el desplazamiento. Así que, cómo
para negarme, rechazar la invitación o hacerle el feo. También pesó en la decisión
de venir el recordar que en su pueblo a los que le faltan al respeto los meten
15 años en la cárcel. Y eso sí que no, no es plan. No están las cosas como para
andar corriendo esos riesgos. Máxime si con un mes ya me veo más que reventado. Así que, como buen precavido, prefiero
pasearlo vestidito con su sombrerito de cow boy y su chupa de sanguijuelas
(lentejuelas).
1. Keli.
Casa. (Fuente: Diccionario Básico de Koruño).
2. Chukel.
Perro. (Fuente: melliza de la de arriba).
No hay comentarios:
Publicar un comentario