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miércoles, 22 de abril de 2020

Prueba/error.


Decía John F. Kennedy: “El éxito tiene muchos padres, pero el fracaso es huérfano”. Después, el pobre, fue  asesinado con gran éxito, y sus paisanos remataron la película poniéndole su nombre a un aeropuerto.
Años después, los preclaros hicieron lo mismo aquí, sin asesinato previo, y pusieron el apellido Suárez de nombre a un aeropuerto.
Teniendo en cuenta antecedentes tan sesudos, los epidemiólogos y sus primos los virólogos, ayudados por las cabeceras periodísticas marca Carroña, Chusma y Ponzoña, están propalando el bulo de que el presidente, víctima de su nombre, Pedro Sánchez Castejón, aspira en el futuro a apadrinar  un aeropuerto con su nombre.
Y la verdad, no es por darle agua al enemigo, pero nombre de aeropuerto sí que tiene tan excelentísimo señor
Pero, teniendo en cuenta que queda feo regalarle algo a un niño y dejar a su hermanito a la luna de Valencia, lo mejor será tener un detallito con el socio de Sánchez Castejón en el gobierno, don Pablo Iglesias, y regalarle algo. ¿Qué tal una rotonda? La que dé acceso al aeropuerto, pongo por ejemplo. Ya la imagino: Rotonda Pablo Iglesias. Veo las pintadas: Rotonda del Coletas.
Pero, qué opináis vosotros de la cuestión, epidemiólogos todos, másteres por el Harvard de Aravaca y usufructuarios de chiringuitos patrióticos en general, ¿cómo lo veis?
Aunque, pensándolo bien, mejor lo consulto con Fernando Simón Templar. Alias, El Santo. Prefiero comprarle a  él un coche usado antes que  a vosotros una burra vieja, tahúres del Manzanares de mis dolores.



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