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sábado, 11 de abril de 2020

Pero...


Cuando oigo hablar a alguien en términos elogiosos de otro siempre me preparo para lo peor, porque sé que en algún momento llegará al pero. “Fulanita es una chica muy mona, estilosa y tiene un novio ingeniero, pero…” Sabes que, lo que va después del pero no va a ser nada precisamente bueno. Porque esa es la labor del pero. Servir de semáforo. Es como si, el dicente, quisiera recordarse/te que tampoco hay que exagerar  con los elogios, no fuere a ser. Entonces, surgen las interpretaciones: la hay que dice que tal comportamiento obedece a la cutrez endogámica del español en todo lo relativo a regalar epítetos; la que sostiene que se debe a nuestra arraigada manía de recurrir a la frase hecha, una de cal y otro de arena, por si acaso; y también está, la que atribuye el fenómeno a nuestra singularidad recordando para ello que Spain is diferent. Sea por lo que fuere, lo que es incuestionable es que el pero es el amo y señor de toda  conversación que se precie de ser  conversación.
Y a eso voy yo hoy, al pero. Porque,  a raíz del confinamiento, mi hija y yo hemos establecido entre nosotros la lisonja exagerada como forma de convivencia. Es por eso que, el/la que cocina siempre recibe en agradecimiento piropos exagerados y elogios desmedidos. “Gran mano la del chef, ha conseguido un maridaje sin parangón, una presentación excelsa y un sabor incomparable”. Esa, entre otras lindezas, son frases que se escuchan durante estos  días de confinamiento por esta casa. Y todos tan contentos. Creedme, los adjetivos calificativos son tan, pero tan exagerados, que  hasta los más afamados cocineros palidecerían al escucharlos si alguno de ellos conociera la vergüenza.
Pero, llegaría el día de la excepción, el día que habría de confirmarse la regla. Santo sacramento. Sucedió, cuando estando practicando el adjetivo exagerado, la “niña” tuvo una ocurrencia y dijo que en vez de usar el manoseado pero iba a usar su versión anglosajona, Reino Unido is diferent, que iba a marcarse lo que allí llaman hacer un shit-sandwich1, para describir lo que nos estábamos zampando:
“La explicación para que estos huevos fritos con chorizo estén tan rechupete, aparte de la excelsa calidad del huevo y el chorizo, sin duda radica en la destreza del cocinero y en su afamado golpe de muñeca con la espumadera, pero, querido papá, he de decirte que el resultado se ve ensombrecido por culpa de las patatas de hipermercado empleadas en la elaboración de tan suculento manjar, que esto es una auténtica  mierda, vamos, pero que tampoco te preocupes”.
Lo dicho, una de cal y otra de arena. Para los bilingües, shit-sandwich.

1.    1  Literalmente. Bocadillo de mierda.





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