Cuando oigo hablar a
alguien en términos elogiosos de otro siempre me preparo para lo peor, porque sé
que en algún momento llegará al pero. “Fulanita
es una chica muy mona, estilosa y tiene un novio ingeniero, pero…” Sabes que, lo que va después del pero no va a ser nada precisamente bueno.
Porque esa es la labor del pero.
Servir de semáforo. Es como si, el dicente, quisiera recordarse/te que tampoco
hay que exagerar con los elogios, no
fuere a ser. Entonces, surgen las interpretaciones: la hay que dice que tal
comportamiento obedece a la cutrez endogámica del español en todo lo relativo a
regalar epítetos; la que sostiene que se debe a nuestra arraigada manía de recurrir
a la frase hecha, una de cal y otro de
arena, por si acaso; y también está, la que atribuye el fenómeno a nuestra
singularidad recordando para ello que Spain is diferent. Sea por lo que fuere,
lo que es incuestionable es que el pero es
el amo y señor de toda conversación que
se precie de ser conversación.
Y a eso voy yo hoy, al pero. Porque, a raíz del confinamiento, mi hija y yo hemos
establecido entre nosotros la lisonja exagerada como forma de convivencia. Es
por eso que, el/la que cocina siempre recibe en agradecimiento piropos exagerados
y elogios desmedidos. “Gran mano la del chef, ha conseguido un maridaje sin
parangón, una presentación excelsa y un sabor incomparable”. Esa, entre otras
lindezas, son frases que se escuchan durante estos días de confinamiento por esta casa. Y todos
tan contentos. Creedme, los adjetivos calificativos son tan, pero tan
exagerados, que hasta los más afamados
cocineros palidecerían al escucharlos si alguno de ellos conociera la vergüenza.
Pero,
llegaría el día de la excepción, el día que habría de confirmarse la regla. Santo
sacramento. Sucedió, cuando estando practicando el adjetivo exagerado, la
“niña” tuvo una ocurrencia y dijo que en vez de usar el manoseado pero iba a usar su versión anglosajona,
Reino Unido is diferent, que iba a marcarse lo que allí llaman hacer un shit-sandwich1,
para describir lo que nos estábamos zampando:
“La explicación para
que estos huevos fritos con chorizo estén tan rechupete, aparte de la excelsa
calidad del huevo y el chorizo, sin duda radica en la destreza del cocinero y
en su afamado golpe de muñeca con la espumadera, pero, querido papá, he de decirte que el resultado se ve
ensombrecido por culpa de las patatas de hipermercado empleadas en la
elaboración de tan suculento manjar, que esto es una auténtica mierda, vamos, pero que tampoco te preocupes”.
Lo dicho, una de cal y
otra de arena. Para los bilingües, shit-sandwich.
1. 1 Literalmente. Bocadillo de mierda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario