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sábado, 28 de marzo de 2020

El espejo.


Lo ha visto todo; las guerras, y con ellas el miedo, el hambre, la pérdida; y lo ha escuchado todo, los discursos, los aplausos y los ominosos silencios que deja el dolor. Nada le ha sido ajeno; y, ahí está, viendo pasar el tiempo, con sus crisis y resurrecciones y con sus grandes esperanzas. Inasequible al desaliento, como un roble ante su destino. Este italiano, de la Emilia-Romaña, un hombre al que llaman P y vive en Rímini; ha sido testigo de capicúas sin fin, de los primos, de los pares e impares. Tiene 101 años, acaba de vencer al coronavirus y si alguien sirve de ejemplo en el que mirarse sin duda ese es el, deportista de élite en la más difícil de las especialidades, la vida.

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