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domingo, 2 de diciembre de 2018

Paseos antológicos.




Diría que siempre tuve una vida bastante movida. Si como muestra sirviera un botón, podría añadir, en apoyo de lo dicho anteriormente, que tan sólo en el ejercicio de mi vida laboral transité por más de dos millones de kilómetros y que, aún pese a ello, mis ansias viajeras no han disminuido lo más mínimo. Sin embargo, ahora en vez de ir a trabajar cada día a un sitio distinto como hacía antes, cuando voy a algún lado lo hago con ese ánimo de lucro que se llama disfrutar. Y disfruto, ¡vaya si disfruto! Disfruto una barbaridad, porque si antes fundamentalmente veía a personas ahora veo cosas, paisajes sin par y bosques que sorprenden por su quietud y por su ausencia de visitantes. He pasado de decir que mis clientes eran mis amigos y mis batallas, a encontrar entre robles, chopos y ríos el remanso de paz que creía perdido. La elección de la ruta casi es lo de menos. Hay tantas y tan bonitas donde elegir que ninguna de ellas te defraudará. Puedes recorrer paisajes nuevos para tus ojos, sentir la emoción de ser transportado por un olor y por el recuerdo que te proporciona y puedes caminar solo o en compañía. Pero hagas como lo hagas, relájate y disfruta. Siente el rumor de la brisa, el trinar de los pájaros, el ruido cansino y ensordecedor de las urracas. Disfruta. Eso sí, no te olvides que es de observancia obligatoria el ser respetuoso con el medio ambiente. Ambiente, por cierto, al que algunos no queremos medio sino entero. Tú basura viaja contigo. No la dejes allí, por favor. Agáchate y recógela o no te agaches y lleva una bolsa. Es tan fácil de hacer que incluso tú puedes, señorito del carallo. Es una triste pena tener que ver la basura que algunos van dejando tras de sí. En todo caso, si no sabes más, si eres un impresentable o si eres de los zulús que van dejando muestras de tu mierda allá por donde pasas,  no salgas de casa. ¿Para qué? Al parecer, fuera no hay nada que sea de tú interés, y créeme tú mierda tampoco tiene para los demás el menor de los intereses. Así que, por favor, señoritos/as del carallo: quedaros en casa y poner Tele Pantoja que es más lo vuestro. No perdáis el tiempo, porque ni vuestra presencia se hace necesaria ni tampoco nadie os va a echar de menos.


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