“Pues
a mí me parece una ciudad muy sobrevalorada”. Quién así
hablaba lo hacía de Roma. Sinceramente, no me lo podía creer. ¿Aquella
conocida, que había estado por primera vez en Roma una semana después que yo,
estaba calificando a la hermosa Roma de ciudad sobrevalorada? Ya son ganas de
llamar la atención, pensé. E inmediatamente me acordé de aquella otra imbécil,
conocida y tratada en tiempos, que aseguraba: “La Coruña es la ciudad más bonita del mundo”, y que cuando le preguntabas
en cuántas ciudades había estado para hacer semejante aseveración te respondía que
en ninguna.
En fin, la ignorancia produce desparpajo y
éste cursa con hemorragia de palabras e
imbecilidades sin fin.
Claro
que, la conocida que aseguraba que Roma
era una ciudad sobrevalorada, daba la impresión de que había estado allí, pero
que no había andado por allí. No había ido a ningún lado, y para mayor
comodidad se había desplazado en transporte público por la ciudad. En
definitiva, no había caminado. Se había limitado a comportarse como un turista,
modelo ameba, de esos que cogen el autobús turístico y juzgan lo que ven desde la
perspectiva que da estar a tres metros de altura.
Reitero, cosas de la comodidad. Visiones de
turista, y otra forma de practicar la crítica irrelevante por ociosa. En fin,
prácticas de cenutrio que con la compra del billete de avión y el pago de la
reserva del hotel cree tener incluido la visita a la ciudad por ósmosis, y se levanta
a las 12 sin aceptar el gratificante y trabajoso quehacer que tiene por delante
cualquier turista que disfrute de su pedestre condición.
Este tipo de turista, el cómodo y absurdo, a
menudo hace viajes y pondera cosas de las que apenas sabe nada. Tampoco se toma
la molestia de informarse previamente. ¡Para
qué si después me olvido! Un par de tópicos por aquí, unos estereotipos
y ya tenemos organizado un viaje. Gracias a google maps no nos perdemos,
gracias a TripAdvisor encontramos casas de comidas acordes con nuestros gustos y gracias a las
redes sociales nuestras amistades comprueban lo chachis que somos. Es el
difícil trabajo de ser turista.
Y claro, lo peor para mis oídos todavía no
había llegado. Aún no lo había escuchado todo. Porque, a continuación, mi
conocida se embaló y pasó del Roma es una ciudad sobrevalorada, cosa ésta que
interpreté, como decía, con un “ya son ganas de llamar la atención”, a loarme
lo muchísimo que le había gustado la ciudad de Verona, donde también había
estado anteriormene. La tierra de Romeo
y Julieta, la ciudad del amor. “Verona es maravillosa, respira amor”, aseguró mi odiosa
conocida. Y otra vez tuve la certeza de
encontrarme ante alguien equivocado. Alguien entregado al consumismo de clichés
elementales porque, ¿sabrá esta señorita que Romeo y Julieta fue una historia
de amor que duró día y medio y que dejó cinco muertos?
Así que, ya sabéis, hacer caso a mi conocida
y no vayáis a Roma, por ser ésta una ciudad sobrevalorada, ni tampoco a Verona
si no queréis correr el riesgo de enamoraros y ser apiolados.
Es más, mejor no salgáis de casa. Total,
para qué, para subirte a un bus turístico siempre puedes coger el Bus Circular de tu ciudad, darle una
vuelta y saciar tus ansias de aventura.
No hay comentarios:
Publicar un comentario