(Fue
entonces cuando)
…
Flora, la esposa de Amancio y madre del Pondio que se casaba se sentó a mí lado
y me presentó al florista y al fotógrafo del evento. Thierry Boutemy, que así
se llamaba el florista contratado por Flora resultó ser belga, como los bombones,
y cuando pregunté por qué habían contratado a uno tan del extranjero me dijeron
que las floristerías de la Coru habían cerrado ese día. Sin embargo, cuando vi
al fotógrafo me levanté y efusivo por la ingesta exagerada de cubatas de Licor 43, lo saludé con
desparpajo: “Hello, Pidrito” “Diría que me confundes, yo soy Peter
Lindberg”. La verdad, quedé más tranquilo. Ya me parecía a mí que ni
siquiera mi amigo Pidrito Puig, director de fotografía en El Ideal Gallego, era
capaz de envejecer 20 años desde la última vez que lo había visto. Aunque,
con Pidrito nunca se sabe. Si se pone…
Otra verdad es que quedé sorprendido al ver al tal Pidrito Lindberg, yo creía
que Amancio, mi amigo, había impuesto su criterio y que habían contratado a mí
hija, Gloria López, fotógrafa eminente, multi-premiada y nacida en La Coru,
pero se ve que no, que alguien debió pensar lo contrario. En fin, pelillos a la
mar. Hay que comprenderlo, hacer BBC (bodas, bautizos y comuniones) está
considerado por algunos de estos profesionales como trabajo menor. Claro que,
sabiendo que las opiniones son como el culo: todo el mundo tiene, estaremos en
condiciones de disculpar a los que hablan de lo que no saben. Al fin y al cabo,
el que tiene culo tiene boca, por lo tanto se equivoca. Superado el disgusto de
no ver a mi hija me concentré en otros pormenores. Más concretamente, en los
invitados. Muy menores, clasista que es uno. Creo que ya hablé aquí del pijo,
modelo Hípica año 66, que apareció con coleta robándole protagonismo al coleta
protagonista, a Torretta jr. Novio y booker de modelos (mi men. Bu, neno).
¡Olé, con un par, que se jodan los influencers! Hablo de ese que comparte
apellido con un periodista carcamal que lleva toda la vida dando la murga,
siempre en el machito. Ese del que hablo, el local, fue invitado por el turno
familiar. Por tanto, casi que no cuenta. En todas las familias suceden cosas. También
me fijé en los otros, en la clac que se trajeron de fuera. Figurantes pagados
con derecho a frase. Había de todo, como en botica. Actores de medio pelo,
aristócratas de ringorrango que viven de las revistas del corazón y un par de
intelectuales desubicados haciendo acopio de fiambreras al igual que yo. No
vino, al menos yo no lo vi, Antonio Resines. ¡Lástima! Quería preguntarle por
el método introspectivo que utiliza para componer sus personajes. El de
jamonero lo borda. Tampoco vino el Rey, ni la esposa del Rey, ni ninguna
hermana del Rey, ni prima, ni primo, ni cuñado ni na de na. Ni siquiera alquilaron a Marichalar
para hacer lo que mejor se le da, de pongo. Urdangarín por su parte, y siendo
emprendedor como es, envió un telegrama excusando su ausencia por encontrarse
preso en otros quehaceres. Y así, lentamente fue como cayó el telón en el
Náutico del primer acto de la boda de Marta y Torretta. Aunque, todavía quedaba
lo mejor: el despiporre y el bailongo. La noche prometía. Casas Novas esperaba.
Y todos juntos, en amor y compañía, nos subimos al autobús que hasta allí nos
llevaba cantado “que buenos son los
cuerpos represivos, que buenos son que nos llevan de excursión”. Para mí
que con tanto condumio y con tanta ingesta de cubata de Licor 43 se me está
empezando a ir la olla. Claro que, lo de
aquello que rima con olla, a buen entendedor
sobran las palabras, no digo ni mu. Como decía Amancio cuando todavía
nos deleitaba por esas canchas de fútbol, ¡Amancio, qué gran futbolista!: lo que pasa en los retretes se queda en los
retretes. Palabra de Amancio, te alabamos Germán.
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