Buscar este blog

lunes, 5 de noviembre de 2018

Sito Miñanco, empresario del año.


https://www.youtube.com/watch?v=1lwe8dY-b08


  La verdad es que es posible que la mayoría tenga razón y que yo, uno más de la minoría entre la que habito, no diga más que tonterías, pero…, lo cierto es que quizás suceda todo lo contrario, y encima de vivir a contrapié resignándonos a llevar la contraria y haciendo lo que nos da la gana, los otros deberían de imitar nuestro proceder y, por tanto, compartir nuestra visión de las cosas.
   En todo caso, abrir el foco y observar las cosas de otro modo es posible e incluso deseable. Entre otras ventajas eliminas el pensamiento único y te cargas de un plumazo la visión pequeño-burguesa de la vida a la que somos tan propensos. Te alejas algo de lo políticamente correcto y, en todos los casos, disfrutas plenamente de la libertad de pensamiento.
   Porque, en ocasiones, las cosas no son lo que parecen ni son cómo nos las venden. Y es que, no son pocos, los ejemplos de personas que nos ponen como modelo a seguir y a imitar. Ejemplos, incluso los más obvios, que podrían ser no solo inconvenientes sino también evitables. Porque vemos, prácticamente a diario, como los prohombres que tendrían que servir de ejemplo, en la política, en el mundo de la empresa, en el de la comunicación, en…, cualquier sector, no parecen estar a la altura de las circunstancias. Encima, el Estado de Derecho, nos alecciona sobre lo que está bien y sobre lo que está mal. Utiliza para ello a la Ley. Con ella amenaza y con ella reprime llegado el momento dado. La Ley se encarga de decirnos algo tan obvio como qué es lo legal y qué es lo ilegal. La Ley existe para que el ciudadano tenga sensación de seguridad y para que el Estado tenga controlado al individuo al cien por cien. La Ley, se supone, es igual para todos. Ése, al menos, debería ser el objetivo y es ahí precisamente donde radica el engaño. La Ley se convierte en un trampantojo. Tan es así, que la Ley nos dice que las compañías oligárquicas que hay en este mundo, pongamos las  eléctricas, la banca y en general todos esos sectores que abusan de los ciudadanos con la total connivencia de los Estados, son un bien preciado y que los ejecutivos que las dirigen sirven como ejemplo de éxito personal y son dignos de ser imitados. Sin embargo, los componentes de otro sector empresarial pujante y muy demandado por la sociedad como es el de las Drogas, son perseguidos, encarcelados y marginados de la sociedad porque ésta, el Estado, no reconoce la legalidad de éste negocio. Pese al dinero que mueven, pese a la cantidad de impuestos que el Estado pierde, pese a comerciar con productos altamente demandados por la sociedad y pese a que se nos dice, y se nos repite hasta la saciedad, que el ciudadano es libre y goza de libre albedrío. Pese a todo.
   Por todo eso, y por mucho más, los ciudadanos deberíamos de recapacitar, darnos cuenta de lo que nos conviene y presentar nuestra exigencias. Dejémonos de tonterías, y déjense de admirar a gente que no son más que delincuentes de cuello blanco dedicados a “llevárselo”, y a darnos a cambio el sermón de la montaña. Empecemos a dudar y a ver las cosas de otra manera. Quizá, y ustedes disculpen la exageración, el empresario del año debería de ser Sito Miñanco. Al fin y al cabo, Sito sólo es un rapaz de la ría, más listo y con más huevos que los demás, que ha ganado ingentes toneladas de billetes sin tener que pagar a Hacienda un solo euro en impuestos. Lo cual, se mire por donde se mire, es un auténtico derroche y una canallada por parte del Estado que criminaliza, y no recauda nada de algo que si fuera legal y estuviera convenientemente reglado daría más beneficios que las multinacionales españolas con filiales radicadas en paraísos fiscales para eludir impuestos con el beneplácito del Estado y de los prohombres que nos dirigen.
    


No hay comentarios:

Publicar un comentario