“On the corredoiras”, una nueva procesión de post
dedicados al senderismo nace al calor del título de la gran novela de la
generación beat “On the road” (En el
camino).
Escrita por Jack Kerouac estamos ante una novela
autobiográfica, narrada a través de un monólogo interior y basada en los viajes
que el autor y sus amigos hicieron por EEUU y México contribuyendo a la
mitificación de la ruta 66. Está novela
está considerada la obra definitiva de la generación beat y, según la Wikipedia,
recibe su inspiración del jazz, la
poesía y las drogas, describiendo un modo romántico y bohemio de vida.
Recuerdo haber empezado a leer esa novela hace muchísimos
años y no recuerdo haberla terminado nunca. No sé si la dejé de leer por
aburrimiento, lo más probable, o porque tenía otras cosas que hacer y que leer.
En todo caso, recuerdo nítidamente que la novela no me gustó pese a la propaganda que la precedía y pese a
lo mucho que parecían gustarme ya en aquella época las carreteras. No en vano
nací en una.
Las carreteras me gustaban tanto que pasé treinta
años de mi vida viajando por ellas en coche todos los días. Si diera cuenta de
que recorrí más de dos millones de kilómetros no estaría exagerando lo más
mínimo, y si añadiera que la mayoría de esos kilómetros los hice dándole vueltas
a Galicia estaría contando hechos certeros. Estaría en condiciones, por tanto,
de poder presumir que conozco bastante bien mi tierra. Y sin embargo, no es
así. Recientemente me he dado cuenta de que no es así. Sólo conozco la parte
obvia de mi tierra. Es verdad que conozco prácticamente todos sus municipios y,
posiblemente, sus lugares más afamados, de la misma manera que es cierto que
Galicia ofrece mucho más. Muchísimo más. Y que esa parte, desconocida para mí hasta
ahora, se degusta con los cinco sentidos, despacio y andando. Siempre andando.
Entre maravillosos caminos de hojarasca, entre los meandros de los mil ríos que
nos hacen de savia y entre paisajes infinitos, desconocidos y de hermosura sin
par. Quién me iba a decir a mí, con lo que tengo alardeado de conocer Galicia,
que acabaría descubriendo la existencia de otra Galicia plegada sobre sí misma
esperando a ser descubierta.
Lo cual hace que me pregunte, ¿y cuántas
Galicias más existirán que yo desconozco?
Aún no me había respondido esa pregunta,
cuando inopinadamente hago otro descubrimiento. De repente, me fijo en una
placa que pone: Instituto Geográfico
Nacional. Vértice Geodésico (La destrucción de esta señal está penada por la
ley).
Es en ese momento en el que soy consciente de que
estoy ante el primer vértice geodésico de mi vida y que dicho vértice ha
conseguido el milagro de sacarme de las carreteras y regresarme a las
corredoiras, de llevarme de la prisa a la calma y de hacerme ver lo obvio y
gozar lo extraordinario.
Todo
ello gracias al senderismo y a las bondades de un vértice geodésico encontrado
en algún lugar ignoto para mí hasta ahora.
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