El hombre que tenía cara de lavadora.
1.500 horas de vuelo
después, o lo que es lo mismo, después de 62 días y pico de vuelo ininterrumpido,
detergente Campechano lavó la suciedad de sus billetes gracias a los
inestimables servicios prestados por Lavadoras Orleans, y se pudo dedicar, al
fin, a su deporte favorito, al acoso y
derribo de corista.
La verdad, es que el
hombre se tenía más que merecido tal esparcimiento. No en vano, y gracias a él,
Elefante Blanco fue olvidado como el blanqueante más blanqueador, y la democracia
española alcanzó tal grado de plenitud que los
nuevos cantores de la juglería patria, los chicos de la prensa, todavía lo
celebran con loas y panegíricos sin parangón.
Fue así como pasamos de
Democracia Inorgánica, de Opus y agujero en el camión, a democracia plena. Gracias a la
verbigracia de ese detergente conocido por Campechano y que Tostón de Oro y
Comisionista de España es.
Ahora el sin par Campechano
rumia sus penas en Abu Dabi. En compañía del príncipe asesino y heredero, y
demócrata por parte de padre como lo fue el mismísimo Campechano. Disfrutando de la cetrería y
con la máquina de contar billetes presta al recuento de préstamos ficticios
añadidos como suavizante a Lavadoras Orleans.
¿Y la Agencia Tributaria, qué? Pues bien, gracias. Dando
chivatazos como corresponde a persona de tanta alcurnia y tan baja cama. Que Hacienda
somos todos y que, como Campechano no hay más que uno hay que proteger a
semejante lince ahora que está perdido en el desierto y en peligro de
extinción.
¿Y qué va a pasar,
pasará algo? ¿Pasará lo mismo que les pasó a los militares que proponían
cargarse a la mitad de la población? ¿Nada? ¿O pasará que meterán a otro rapero
idiota en la cárcel?
Y no, no, tampoco es
eso, qué gran equivocación. Que Campechano es mormón y tiene una lavadora por
primo de la marca Orleans. Y tú no, rapero idiota, que ni eres Borbón, ni
mormón, ni pariente de primo, ni nada. Así que, se me sienten, coño, y no me
rapeen, que de las peteneras ya se encarga la Agencia Tributaria.
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