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viernes, 5 de febrero de 2021

El futuro es artificial.

 

Soy de lecturas y gustos eclécticos; tanto puedo leer a Borges como a Vargas, el novio de Preysler, como el prospecto de un medicamento. En principio no me niego a leer a nadie por el único motivo que no sea de mí cuerda. No tengo cuerda ni bozal. Además, me perdería muchas cosas, demasiadas, y algunas demasiado buenas. ¿Tendría que renunciar a ver el cine de Clint Eastwood, por ejemplo, porque el yanqui sea un mamalón, o renunciar a la lectura de Borges porque alguien alguna vez lo hubiera acusado de facha o no disfrutar con la música de Eric Clapton por sus malsanas ideas xenófobas? Pues no, va a ser que tampoco. No dejo que la opinión de los demás deforme la mía, ni que la influya más de lo necesario. Punto pelota. Al contrario, la discrepancia ajena forma en la misma proporción que vulgariza el seguidismo ciego. Lo malo es que la  mayoría de la gente no es tan  ecléctica como yo ni da el beneficio de la duda de lo que ven, leen, o escuchan. Y me parece malo básicamente por una razón: la dependencia de la crítica ajena (siempre de los mismos, los de tu bando), conduce al sectarismo y a atacar la libertad de pensamiento y de acción a cambio de nada. Calderilla de miserables y pobres de espíritu. En todo caso, el oficio de escritor está muerto. Pese a honrosas y notables excepciones. ¡Muerto y enterrado! El de cineasta sobra a tenor de lo visto. Millones y millones gastados, que no invertidos, para  no decir nada o contar lo de siempre. Tutiplén de músicos haciendo lo de toda la vida y de la misma manera cambiando el peinado y el ancho de los panalones. Pero el futuro ya está entre nosotros, ha llegado: el futuro es  la Inteligencia Artificial. Ella será la encargada de escribir el novelón del siglo, de hacer la película, la serie y la música del futuro. ¿Qué no? Al tiempo. Por cierto, ¿han visto la última película dirigida por George, al que apellido Harrison aunque sea Clooney? ¡Qué desperdicio de parné, qué falta de inteligencia, cuánto fuego fatuo! El futuro se presenta más halagüeño, en el futuro la culpa será de la Inteligencia  Artificial y no del puñetero George Harrison, digo Clooney.

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