Mientras algunos
periodistas siguen perfeccionando el estilo palmero y practicando el estilo lamida de ojete del emérito con fruición
de pitiminí, con dinero de empresarios y banqueros, los ciudadanos estarán debidamente
desinformados, defenderán causas perdidas con afán de abogados de pleitos ricos
y negaran la evidencia hasta la extenuación.
Me temo que cualquier
día los periodistas desempolvarán el dogma de fe como verdad absoluta, y absolutamente
segura sobre la cual no cabe duda alguna, y acabaremos instalados otra vez en
el porque lo digo yo y punto. Siempre
democráticamente, claro; que Hitler ganó así las elecciones, y que España
inventó el campo de concentración allá por Cuba cuando los gallegos teníamos
categoría de esclavos.
Aún lo somos, aunque de
otra manera: unos pobres esclavos de nosotros mismos.
Sin embargo, a mí, la
historieta del real emérito me recordó una anécdota que Hemingway contó en una ocasión a John Huston:
Un
matador volvía a su hotel después de una tarde desastrosa. Le habían arrojado
todas las almohadillas y botellas de la plaza. Al llegar al hotel con su
picador, el director le preguntó “¿Qué tal fue la corrida?”. El matador respondió:
“Hubo división de opiniones”. El picador dijo: “Sí, hubo división de opiniones.
Unos querían cagarse en su padre y otros querían cagarse en su madre”.
Pues eso, que la
serpiente de verano está servida. Y que conste que yo no soy antimonárquico,
que no soy anti nada, soy republicano y la cosa es bien distinta.
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