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domingo, 30 de agosto de 2020

El "fachapobre".

 

Hablo del animal tonto por antonomasia; del que cuando dice digo dice Diego y  tontería a troche y moche, sin descanso, sin desmayo; del que adorna la muñeca de rojo y gualda y su pechito con enorme caballito cuando no cocodrilito, del género más cucudrulo, por supuesto; del que es falso, a toda hora y en todo sitio; del que es bobo incluso de género; del que no tiene arreglo, mire como se mire, y desciende del mono franquista; hablo de ese, del que si no es tonto al menos lo parece; del que siente devoción por sentar un rico a su mesa, por alimentarlo, cuidarlo y engordarlo como si cerdo fuera cuando cerdo es; del que disculpa al que le roba, traiciona y huye con el botín; del que no tiene arreglo, de tan disfuncional como demuestra ser;  hablo de esa peste, de esa lacra, empeñada en retornar a la Edad Media cuando no directamente a la Caverna; hablo de esos, que cada vez son más y más populosos y populistas; hablo de esos estira meñiques que olvidaron que ayer eran pobres y hoy se ven ricos; hablo de esos, de los que no son tuertos, aunque lo parezcan.

jueves, 27 de agosto de 2020

El campeón (y hay tantos).


 

Arduo es esforzarse por estar siempre en la cresta de la ola. Ser un tío chachi no es fácil. Caer en la cuenta de que tanto esfuerzo ha sido en vano es igual a dar de  bruces con la triste realidad.

Me asusté, al pensar siquiera que nunca había sido chachi y que por tanto nunca llegaría a guay. Si ya no lo conseguí antes, cuando un pendiente me puse y deje crecer mí lacio pelo, cómo lo voy a conseguir ahora. A mí edad. Me vi perdido. La vida entera se me iba por el sumidero y yo contemplándome el ombligo sin hacer otra cosa más que cavilar. Pero, de repente, una idea se me vino a la cabeza, y si hago un corta y pega; y dicho y hecho. Transido de nueva dicha, salí a la calle, tal cual loco fuera, con mi melena al aire, que de ilusiones también se vive, y el pendiente brillando al sol, tal como imagino que harán los que se creen víctimas de alguna revolución, y puse proa al almacén erigido en las afueras en loor de deportistas. Cuando di llegado, a golpe de clic comprobé el parné. Después fue cuando entré. Dispuesto a invertir, que no gastar, un pastizal. La salud es lo que tiene. Equipado a conciencia, sin echar en falta detalle alguno, me sentí impaciente por probar todo lo comprado. Ya me estaba viendo, haciéndome selfis a mansalva con los que alimentar a las bestias de las redes sociales, ya me veía saliendo a la calle ocho me gustas después a probar la bicicleta. Ojo, importante, no te olvides ajustar la inteligencia artificial a la muñeca, hablo del cronógrafo, el cardiógrafo y toda la recua de ógrafos necesarios, antes de ponerte en marcha. Y después, apartaos hombres del 600, la carretera nacional es mía.

Así fue como me reinventé, y seguí siendo un tío chachi. Me temo que, si Dios no lo remedia, cualquier día de estos llego a guay.

 

martes, 25 de agosto de 2020

Bonjour tristesse.

 

Pues nada, que no lo encuentro, y volar no vuela, ni camina, ni piernas o patas tiene; así que, ¿dónde está?, porque en algún lado, obvio es, tiene que estar. Después de un rato, de revolver todo lo que revuelto puede ser, me acordé. De ella, de la que espero que en paz esté, o sea, de la que fue mi suegra, y de que a ella lo mismo le ocurría. Más a menudo, eso sí. Y miré y revolví y encontré, claro es. Allí estaba, dónde no debía, el dichoso cuchillo patatero. Casi al fondo de la bolsa. De la basura hablo, que de mí memoria mejor ni hablar. Y me puse triste. Dos minutos creo que duró el episodio; de la tristeza hablo, por supuesto, que lo del cuchillo algo más sí que duró.

miércoles, 12 de agosto de 2020

Mentiras piadosas.

 

Últimamente empiezo a ojear El País casi por el final. Dicha patología lleva ocurriéndome por lo menos tres semanas. Cursa tal que así. Primero la curiosidad, ¿lo habrán vuelto a hacer? ¿Conocerá ésta gente la vergüenza? Una vez muerto el gato (¿la curiosidad no mató al gato?), compruebo dos cosas: que lo han vuelto a hacer y que, efectivamente, son unos desvergonzados; y claro, paso a la segunda cosa que me ocurre: al estupor; que si no doy crédito, que si hay que ver… O sea, estupor. Estupor ante lo que me gusta perder el tiempo hablando como si a alguien le interesara lo que digo, como si fuera yo el que decidiera lo que se cuelga y lo se deja de colgar en tan afamada plataforma como viene siendo El País; claro, para cuando llego al final de la diatriba, y ya he aceptado lo inaceptable y he decido seguir con el ojeo de esa perdiz llamada periódico, acabo alegrándome por el dicente de tan cacareada frase. Manuel Jabois, culpa tendrá el pobre rapaz. Me refiero a esa frase que llevan los de su club de fans colgando desde hace por lo menos tres semanas y que al parecer debió decir el menda un día que se puso lerenda: “Ante el folio en blanco encuentro algo parecido a la felicidad”. Reitero del verbo reiterar, tres semanas de matraca llevan. Colgada tienen la frase cual jamón fuera. Y hasta ahí voy cada mañana, a verla, en peregrinación. Quiero asistir al milagro de la curación de la frase-jamón.

Persistí hasta que me acordé del otro, de su fina ironía  y del humor que se gastaba y de cómo se tomaba la vida y la profesión. Otro paisano fue aquél y de los grandes además; maestro de muchos y sibarita del todo. Y disculpé las dos mentiras que obvias son: felicidad y folio, considerando que andará promocionando algún quehacer o quizá siendo víctima de sus propios promotores. Borrón y cuenta nueva, pues; al fin y al cabo, el creador de la mentira bífida, también fue prologuista de nuestro común paisano y escribiente celebrado en aquel libro que por ilustrativo título lleva Mis páginas mejores. De Julio Camba hablo; y como entre paisanos andamos, el bífido elocuente, don Julio y éste humilde servidor, o sea yo, pelillos sean a la mar.

De todas formas, en desagravio de parida tan parida y quedando a la espera de remedio que alivie patología tan pertinaz como es el ojeo de periódico (periódico en gallego se dice “Mentireiro” según mi antes estilista, el señor Rumbo), opté por la sonrisa:

“DENTRO DE TRES MIL seiscientos setenta y siete años, un hombre se dirigirá a los otros con estas palabras terribles:

    Señores, se acabó el carbón.

Y el auditorio, entonces, se quedará helado” (Julio Camba).

Pues eso, que acabó el carbón (¡dónde va!) y empezó la promoción.

Abono para iluminados.

 

Si bien poco, o más bien nada esperaba de los políticos del PP (los olmos nunca dieron peras), sí que esperaba algo del PSOE. Sin embargo, mis esperanzas fueron pagadas por las mentiras de los primeros y por el cinismo de los segundos.

Y digo mentiras en el caso del PP, porque ésta gente no sólo es capaz de defender lo imposible (siempre que de pleito rico se trate, por supuesto), sino que incluso son capaces de llegar al extremo de negar la evidencia. Y claro, así no se puede. No hay manera.

Por su parte, los cínicos del PSOE (y conste que me refiero a sus más altos cargos), se comportan al igual que los funambulistas. Siempre en el alambre. El caso más sangrante de su cinismo, que no el único, es declararse partido republicano (en los estatutos escrito lo tienen) y luego defender a la monarquía. Y así llevan 40 años. Tocando los timbales.

Y conste que lo de la Monarquía, en el caso del PSOE, es sólo la punta del iceberg. También podría hablar de la opaca Ley de la Transparencia, de los sueldos aprobados en la época de Felipe González para los ex presidentes, de la corrupción sistémica (han tenido  tanta, o más, que el PP), del grupo paramilitar llamado Gal que montaron o administraron… En fin, que podríamos rememorar aquí La Historia interminable, aunque en esta ocasión versión rosa capullo.

Llevamos 40 años conviviendo con mentirosos y cínicos. Estamos tan acostumbrados a que nos mientan que ni si quiera nos damos cuenta de cuándo lo hacen. Tampoco nos damos cuenta, por lo que se ve, de la tupida red que han tejido y hasta dónde han llegado.

Tan exagerada es la cosa, que la separación de poderes se antoja una ilusión, una sombra, una ficción; y se ve nítidamente cuando las cosas llegan ante el altísimo supremo (que le zurzan a las mayúsculas que no se las merecen), porque nunca pasa nada; y es que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son.

 

domingo, 9 de agosto de 2020

Palmas en Las Palmas.

 

Todo el mundo sabe que, según el protocolo, si la reina de Inglaterra y yo nos encontrásemos en un ascensor sería ella la que me tendría que ceder el paso al estar yo más titulado que ella.

Soy príncipe de trompicayo, duque pilonero, marqués de ofertas, conde y míster alcampo, barón de mercadona e hidalgo majadero. Además, atendiendo a mí divisa Sobre todo educación y buenos alimentos, ceder el paso a Sabela tan principal sería de obligado cumplimiento. Lo de la zancadilla pudiera ser. También tengo el bachillerato, que se me olvidaba, y me gusta el roncanrol.

Pese a títulos tan apabullantes ni me doy ínfulas ni reclamo derecho a pernada alguna. Demasiados desclasados hay ya poniendo guiones entre sus apellidos, haciéndose los giliguays.

Por eso no me extrañó que ayer, cuando estaba leyendo Mi familia y otros animales de Gerald Durrel, me llamase él. Lo reconocí a la primera; su voz gangosa, su campechanía y su buen humor delatan hasta al más vulgar del huido campechano. Me dijo “Vente “pa” Abu Dabi, Luis Germán”

Y cogí y fui.

Cuando llegué a la modesta pensión en la que se aloja, un siete estrellas de tres al cuarto y más hortera que un programa de las Campos, me presentó a sus Corinas. Las tiene numeradas por versículos. Según me dijo una era la encargada de las pastillas, otra de los masajes y las demás se ocupaban de la realidad virtual. Después nos fuimos al desierto a practicar la cetrería. Allí entre las dunas se sinceró. Me informó de que estaba muy arrepentido, insistió en que no volvería a suceder y me dijo que su niño, don preparadito y marido in pectore de recauchutados la asturiana, le había obligado a escribir 100 veces  Ay, qué risa, se acabó la sisa.

Y así anda él, rumiando penas por pensiones de mala muerte, deseoso de volver y arrodillarse en la mezquita de Santa Sofía suplicando perdón para seguir dando por… Bueno, ya sabéis, que éste hombre por el griego conocida es su afición.

Implora, pues, que escuche España su aflicción y agradece que los palmeros sigan dando palmas en Las Palmas.

 

jueves, 6 de agosto de 2020

Un agujero negro llamado Borbón.


Según la física las estrellas viven en base a dos razones. La primera es por las explosiones nucleares que se producen en su interior, y la segunda por la Ley de la Gravedad. Pero como la energía es limitada, y las explosiones tienden a decrecer, cuando éstas desaparecen totalmente, la estrella es poseída por la gravedad y ésta acaba succionándola hasta convertirla en un agujero negro. 

Por decirlo de una forma gráfica: a la estrella le pasa lo mismo que a un globo cuando se deshincha.

Pues bien, con Emérito ha pasado lo mismo que con muchas estrellas, ya se ha extinguido. Se ha convertido en un agujero negro.

Conclusión: dejemos que actúe la Ley de la Gravedad y la buena estrella de los Borbones se desinflará al igual que lo hacen los globos.

miércoles, 5 de agosto de 2020

División de opiniones.


Mientras algunos periodistas siguen perfeccionando el estilo palmero y practicando el estilo lamida de ojete del emérito con fruición de pitiminí, con dinero de empresarios y banqueros, los ciudadanos estarán debidamente desinformados, defenderán causas perdidas con afán de abogados de pleitos ricos y negaran la evidencia hasta la extenuación.

Me temo que cualquier día los periodistas desempolvarán el dogma de fe como verdad absoluta, y absolutamente segura sobre la cual no cabe duda alguna, y acabaremos instalados otra vez en el porque lo  digo yo y punto. Siempre democráticamente, claro; que Hitler ganó así las elecciones, y que España inventó el campo de concentración allá por Cuba cuando los gallegos teníamos categoría de esclavos.

Aún lo somos, aunque de otra manera: unos pobres esclavos de nosotros mismos.  

Sin embargo, a mí, la historieta del real emérito me recordó una anécdota que Hemingway  contó en una ocasión a John Huston:

Un matador volvía a su hotel después de una tarde desastrosa. Le habían arrojado todas las almohadillas y botellas de la plaza. Al llegar al hotel con su picador, el director le preguntó “¿Qué tal fue la corrida?”. El matador respondió: “Hubo división de opiniones”. El picador dijo: “Sí, hubo división de opiniones. Unos querían cagarse en su padre y otros querían cagarse en su madre”.

Pues eso, que la serpiente de verano está servida. Y que conste que yo no soy antimonárquico, que no soy anti nada, soy republicano y la cosa es bien distinta.

  

domingo, 2 de agosto de 2020

Fondo de reptiles.


Si dijera que el tan cacareado periodismo de investigación no existe la mayoría de vosotros me acusaría de mentiroso, de conspiranoico o de sabe Dios qué. Sin embargo, me ratifico en lo escrito: el periodismo de investigación no existe.

Veréis, la cosa funciona tal que así:

A la redacción de un periódico llega una información que dice Fulanito de Tal es un mangante. A partir de ahí, el periódico hace gestiones, que no investigaciones, ¿quién es Fulanito de Tal, a qué dedica su tiempo libre, es un ladrón? Sabidas esas cosas y demás demases, si es que ya no las sabían antes, el periódico, o sea, los mandamases, tiran para adelante que son de Alicante, o echan el freno Magdaleno. Porque, claro, si Fulano de Tal es uno de los nuestros, nos paga y mantiene, qué vamos a investigar.

Pero, puede ser peor. Si Fulano de Tal es alguien “protegido”, obligatorio es callar. Actúan sólo si Fulano de Tal es un desgraciado caído en desgracia, si hay plácet o si no queda otro remedio. En todo caso, actúan siempre por el bien mayor (el de ellos) y siempre  para protegerse.

Entonces, es cuando sale un tipo apellidado Peñafiel, un viejo botarate, y dice lo obvio: los árabes cuando dan dinero lo hacen siempre como donación. Son empresarios españoles los que están detrás de las presuntas comisiones cobradas por emérito, el Fulano de Tal de este momento.

El viejo botarate se refiere a los Villar Mir, a los Albertos… Se refiere a los de siempre.

Pero, ¿de dónde sale entonces el chivatazo sobre tan emérito Fulano de Tal?

Veréis, amiguitos, según cuenta en su libro El Director, David Jiménez, ex director del periódico El Mundo, los chivatazos siempre proceden del mismo sitio: de las cloacas del Estado. Ese es el periodismo de investigación. ¿Y quiénes son las cloacas? Pues, depende: puede ser algún cuerpo de seguridad, policía, guardia civil…, o puede ser algo más complicado y farragoso. Más difícil de entender, porque entender el por qué un cuerpo de  información del Estado practica  la desinformación es tarea que se escapa a mí magín.

Así que, creed en lo que os dé la gana, que el catálogo es amplio, pero que sepáis que eso del periodismo de investigación no es otra cosa que el cuento de la buena pipa del periodismo.