Discos escuchados desde el 13 de agosto hasta ahora mismo.
Foto de la pianola
El día que fui capaz de
llegar con la punta de los pies a los pedales fui inmensamente feliz. Lo que no
sé es si en mi casa lo fueron tanto. Porque ese día fue el comienzo de una
obsesión:
La música.
Pero, empecemos por el
principio. Y si en el principio era el Verbo, mi Verbo fue la música. La que
salía de aquel piano-pianola que había en casa y de los casi cien rollos
capaces de obrar el prodigio.
Así, para ir de Bach a Beethoven, de Stravinski a
Rajmáninov o para escuchar aquellos empalagosos valses de Strauss, El Danubio
azul, que tanto le gustaban a mi madre, sólo había que pedalear.
Algunos rollos te
indicaban el tempo a utilizar. Cuando lo seleccionabas notabas en tus pies como
los pedales se endurecían o ablandaban según lo que hubieras elegido.
Sin duda, aquel
piano-pianola fue el primer amor musical de mi vida.
Pero como la ciencia
avanza que es una barbaridad, y como el trajín de artilugios es un no parar, el
amor que sentía por la música clásica se aparcó el día que una de mis hermanas
se compró un tocadiscos.
Ese día se amplió el
abanico musical de mi casa.
Entró en nuestra vida
el pop, el blues, el soul y el rocanrol, quiénes junto con Cliff Richard, con Masiel,
con Los 3 Sudamericanos y con artistas de ese tenor, pasaron a ser mis nuevos
ídolos.
Y así hasta hoy que,
después de sobrevivir a artilugios tan diversos, cuando todos sirven para lo
mismo, para escuchar música, como tocadiscos, casetes, mp3 o cd`s, sigo gozando
de esta dulce condena. Ahora con una ventaja añadida: puedo escuchar lo que quiera
cuando quiero.
En Internet está todo,
o casi.
Eso sí, tengo entendido
que en la Universidad de Harward le enseñaron a un mono a navegar por Internet
y que el simio aprendió a hacerlo con bastante soltura; pero como aunque la
mona se vista de seda, mona se queda, al parecer nuestro primo, ante el asombro
de los presentes, sólo fue capaz de encontrar reguetón.
Por tanto, queda
confirmado que toda regla tiene su excepción, y que la música no tenía por qué ser una
excepción.
No hay comentarios:
Publicar un comentario