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martes, 13 de agosto de 2019

La buhardilla.


Nosotros tuvimos una buhardilla en el medio de la jungla donde amansábamos la fiera que llevábamos dentro escuchando música. Era la buhardilla de Jesús, en realidad de sus tías, y estaba en la plaza de Pontevedra. La desaparecieron poco tiempo después. Allí nos refugiábamos y allí escuché por primera vez discos maravillosos como el álbum Horses de Patti Smith. No fue el único; también recuerdo haber escuchado, y no poco, el primer Tubular Bells. Allí había muchos discos (muchísimos mangados), mucho oído ansioso y mucha tarde ociosa. No exagero si afirmo que aquellos fueron tiempos de banda sonora excepcional. Y tampoco exageraría si dijera que los mejores discos que escuché en mi vida son de aquella época. Elepés antológicos y tan sobresalientes, que todavía hoy, pasados más de cuarenta años, escucho a menudo. La buhardilla fue un sitio excepcional para nosotros. Sin duda. No hablábamos de política, ni de lo que sucedía. Allí íbamos a otra cosa. Bebíamos cerveza (si había dinero), escuchábamos y hablábamos de música y de chavalas y pasábamos la tarde. Estábamos tan ocupados pasándolo bien que cuando terminó aquel verano todos nosotros parecíamos dignos descendientes del conde Drácula. Sin duda, otra forma de pasarlo bien. Excelso. Me vino a la cabeza todo lo anterior porque el pasado jueves Patti Smith dio un concierto en la playa de Riazor. A escasos metros de donde estuvo un día nuestra buhardilla. La auténtica Buhardilla. Aquella buhardilla que nunca olvidaremos por muchos siglos que pasen. Porque, nosotros tuvimos una buhardilla… Estaba en el medio de la jungla.
Pd. Por cierto y sin que venga a cuento de nada, en estos momentos estoy escuchando un disco que me parece también excelente: Let it bleed. Rolling Stones. Un grupo que lleva desde los 80 dando grima.
Vale, la fecha si queréis la discutimos.



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