La semana pasada sufrí
un acceso de simpatía desproporcionado. Mi pie derecho (posiblemente celoso de
la fibromatosis plantar que tengo en el izquierdo), también dio muestras de
fatiga y se estropeó. Nada preocupante, imagino. Fascitis plantar, algún tipo
de itis o simplemente porque sí, porque tenía un antojo. Como soy un osado pensé
en ir al médico, pero en seguida se me
pasó la tontería, y en vez de hacer eso fui al híper mercado. Allí,
casualidades de la vida, me topé con un tocayo que jugó en el Depor (advierto
que el Depor es un equipo) allá por los años 50. ¿Y quién sabe más de itis que
un ex futbolista? Como es natural, le
pregunté. Escucha, Luisiño, tengo molestias en este pie. Y se lo enseñé. Por
aquí y por allí. Ante la vista de mí pinrel, el antiguo futbolista, ahora
reconvertido en doc Luisiño, diagnosticó: eso es una tendinitis aquilea, ándate
con cuidado. Reposa. Y reposé, ¡caray si reposé!. De hecho me hice tantos
largos de cama, que el domingo, ayer, también me dolía la espalda.
Y leí, leí una novela
de Norman Mailer (Los tipos duros no bailan), otra de John Updike (Corre,
conejo), y también a las premios Pulitzer Jennifer Egan y Donna Tartt (El jilguero
y El tiempo es un canalla), y mejoré. Os lo prometo, no sé si por la bacanal de
tanta lectura, o por haber echado sobre mi pie sistemáticamente lo recomendado
por doc Luisiño, Tromboflix (él lo llamó así). Fuera por lo que fuera, el caso
es que mejoré bastante (¿define bastante), y que ya me encuentro mejor de lo
mío. O sea, de lo de mi pie.
Así que ya sabéis (y
ahora viene un anuncio publicitario), si necesitáis de los consejos del doctor Luisiño, el único
que pasa consulta en el híper, sólo tenéis que acercaros por mi barrio y os lo
presento. Consulta entre diez y once. Os aseguro que, un antiguo futbolista
para las cosas de la traumatología, es más efectivo que la homeopatía o que
peregrinar a un santuario, rezar y poner una vela. Tan es así, que yo, que en
todo veo una oportunidad de negocio, ya le he propuesto al tocayo montar una
sucursal en Fátima. A lo que él contestó ¿y tú que pones? A lo que le contesté
¿qué te parece los libros y el bacalao?
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