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viernes, 16 de agosto de 2019

El milagro de Kubala.


Estaba el otro día en la playa, rodeado de vocingleros que chillaban en mesetario, cuando reparé en algo que, después cuando lo pensé mejor, se me antojó obvio: España es un país de políglotas.
Y esto, pongan como se pongan, no lo pueden decir muchos países de nuestro entorno. Porque mientras aquí hablamos gallego, catalán, vasco o castellano, los ingleses, por ejemplo, sólo hablan inglés.
Aun así, el español corriente y moliente siempre empeñado en desdeñar lo propio y alabar lo impropio, es capaz de sustraerse de aprender o hablar el idioma vernáculo estando como está ocupado en chapurrear el espanglish.  
Pese a poseer tan vastos conocimientos, pocos son los ingleses parlantes españoles que saben en qué momento exacto se empezó a hablar inglés en este país.
La cosa empezó con Ladislao Kubala.
¿Os acordáis de quién era Ladislao Kubala?
Lászlo Kubala Stecz fue el primer español en nacer en Budapest.
Pues bien, Laszy, como se le apodaba cariñosamente, después de ser un grandísimo jugador de fútbol, se convirtió en entrenador que, además de entrenar al Barcelona y a algunos equipos más, llegó al puesto de entrenador de la Selección de fútbol de España. Fue en ese momento cuando el inglés se popularizó en nuestro, vuestro país.
A ello contribuyó, sin duda, que a los integrantes de aquella selección los chicos de la prensa les llamaran constantemente Kubala boy`s.
Perplejos, los habitantes de las provincias de España, consultaron los diccionarios de inglés de sus hijos y se enteraron de que boy significaba muchacho, y que el apóstrofo y después la S no era otra cosa que su plural: muchachos.
Y así, a mi modesto entender, empezó esa fijación que en nuestro, vuestro, país tiene la peña por el inglés.
Aunque, tengo que decir, que según algunas fuentes discrepantes, el culpable de la introducción del inglés en España no fue Ladislao Kubala, sino Manolo Santana, a la sazón jugador de tenis. Porque con tanto break, out, drive, deuce y con tanta tontería, la gente de aquella época que simplemente quería jugar al tenis estimó oportuno tomar clases de inglés primero no fuera a ser que en la pista se les viera el paleto que llevaban debajo del pantalón corto.
Pero, anécdotas carpetovetónicas aparte, lo más asombroso de Kubala ocurrió tras su muerte, cuando para reencarnarse eligió el cuerpo del anciano Papa Juan Pablo II.
Nadie entendió la decisión de aquel pendón, con cara de bueno, que fue el bueno de Laszy, hasta que años después también se volviera a morir ahora vestido Papa y que la curia se empeñara en hacerlo santo exprés; y claro, como uno de los requisitos ineludibles para ser nombrado santo es que el candidato haya obrado un milagro, fue de esa manera como los muñidores que tiene el Vaticano en plantilla encontraron el milagro que Kubala había obrado con los españoles al introducirlos en el inglés.
Y así fue como  Juan Pablo II ascendió de beato a santo. De repente, por la gracia de Kubala.

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