Creo que a mí la gente debería darme siempre
la razón, aunque no la tuviera. Como a los locos. Además, casi siempre la tengo.
Al menos, nueve de cada diez veces. Y me pregunto yo, ¿si nueve de cada diez
veces es casi siempre, por qué la gente no me da la razón casi nunca? No tengo
con quien hablar de este tema sosegadamente. Para qué. La gente se empeña en no
ceder; siempre quieren ser ellos los que tengan la razón. La consecuencia de
que los demás se equivoquen tanto es que yo siempre quedo del lado de la
minoría. Y eso es incómodo. Sobre todo
para un tío que siempre tiene la razón. Porque si soy republicano es porque es
el sistema más justo, no porque tenga la razón; si soy ateo es porque la
religión se me antoja un galimatías, no porque tenga la razón, o en todo caso
porque si Dios existiera habría que correrlo a palos por su sinrazón; y si soy
del Barça es porque la mayoría es del Real Madrid, no porque yo sea de
Barcelona. Todo es así en mí vida, un no parar de tener la razón. Creo que si
mi vida fuera llevada al cine, tema hay, la película se titularía De profundis,
el tío que siempre tenía la razón. Ay, qué agobio. Toda la vida así, y ya van
60 años de ser así. Y no es que yo sea un erre que erre, o un tipo de tocar los
bemoles o que me falta empatía de algún tipo. Nada de eso. El problema está en
que los demás no piensan como yo y que además no tienen la razón casi nunca.
Quizá por eso me llevan la contraria. Pero, no os preocupéis, lo llevo bien.
Estoy tan acostumbrado a tener razón y a que se la den a otro, que ya ni me
afecta. Asumo que soy un incomprendido con la naturalidad que tenemos los que
tenemos la razón. Tampoco soy ningún rebelde sin causa ni ninguna de esas
monsergas. Es más simple: soy un tío feliz como una perdiz. También hago saber
que ser como yo está chupado. No tiene mérito. Si te haces el tonto frente a
los listos, el chachi ante los guays y aprendes a decir sí señor, a sus órdenes
señor, asunto arreglado. La cosa más fácil no puede ser. Al alcance de cualquiera.
De quien no está al alcance es de esa gente que siempre está enfurruñada
llevando la contraria. Qué estrés. Deben de vivir en un malvivir estos
cascarrabias. En la acidez permanente. Haciendo oposiciones a úlcera de duodeno.
Esa gente me reafirma en mí mismo, es más si me dieran a elegir entre ser como son
ellos o ser como soy yo, elegiría tener razón. Al fin y al cabo, algo ya me voy
conociendo y sé que casi siempre la tengo. Además, tengo acumulados doce
quinquenios de mí mismo y sé que el pomelo no me sienta bien y que aborrezco el vinagre que se
gastan los avinagrados. Cada uno es como es. Y si sé que siempre tengo la
razón, para qué me voy a contrariar. Sería de tonto, y para eso ya están los
otros, los que se creen que siempre tienen la razón. Los listos.
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