Leo en un periódico que
Sánchez salió de la Moncloa en pleno temporal de nieve en un 4x4 y que cuando
se bajó del coche enseñó unos zapatitos muy monos, lo que llevaba puesto, y unos calcetines ejecutivos estirados hasta la
rodilla. Por supuesto, como no podía ser de otra manera, el plumilla redactor se preguntaba
por lo apropiado de la vestimenta presidencial. Incluso, metiéndose ya en
cuestiones de estilo-organizativas-pinrelianas y presidenciales, el plumilla se
tomaba la licencia de recomenrle al presidente comprarse unas botas. Pero cuál no sería mi
sorpresa, cuando después de leer eso
abrí otro periódico de enjundia y me
encontré con Casado, ya saben, ese chico, fotografiado con una palita. ¡Ostras,
¿y el rastrillo?! ¿Quién le mangó el rastrillo al míster? Que levante la mano
el malandrín. Al parecer, Casado despejó de nieve, él solito, todo Madrid y
parte de Moratalaz, y porque lo frenaron que si no… Tanto se entregó a la currela,
que doña IDA, señora de oso y madroña de
la España cañí, dice que lo va a promover a
Máster Zangolotino. Y después, barra libre: porras y churros. Claro,
después de leer cosas tan relevantes, he perdido las ganas por saber si los socialcomunistas
tendrán el belfo suficiente de subir el cómputo de la jubilación de 25 a 35
años. No sé, ¿quién se interesa por cosas de chichinabo cuando la prensa
carpetovetónica-española ofrece historias
tan relevantes como las del
ceniciento Sánchez o la de Casado y su
palita?
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