Acaba la semana con la
comparación que Pablo Iglesias hizo de Puigdemont y los exiliados republicanos
españoles y empieza la siguiente con el endiosado Iglesias defendiéndose de las
críticas recibidas diciendo que a él nadie le da lecciones. A mí, este chico
cada vez me recuerda más a Felipe (el González) cuando afirmaba que él estaba
dispuesto a sacrificarse por España. A soberbio ya le está empatando. Pero los
despropósitos no terminan ahí, después viene lo del ministro Escrivá. El
mentiroso ministro dice rotundo y cabreado que la propuesta de incremento de pensiones jamás existió,
pero cuando le demuestran que sí existió el ministro sigue en su puesto de
ministro a día de hoy. Creo que deberían cesarlo terapéuticamente por dos
motivos obvios: o es un mentiroso, que lo es, o tiene alzheimer, que no lo creo.
Pero la cosa no termina ahí, después
vino lo de Murcia. ¿Sabíais que en Murcia tienen 450 altos cargos? Pues, sí los
tienen. ¡Viva el derroche! Y todos, juntitos de la mano, fueron a ponerse la primera chuta de la vacuna. Parecería que fueran
esenciales o sanitarios o mayores de 80. Pero no, son de Murcia, miembros todos de un gobierno
trifachito y ladrones vacunados. Por cierto, hoy los periódicos afines ni
mencionan el asunto. Es disculpable, están ocupados con el nuevo jefe del
imperio, con que el Real Madrid palmó con
el Alcoyano y con la explosión del edificio madrileño repleto de curas. Definitivamente,
el demonio anda suelto y desatado.
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