Fijaos en la primera
foto. En la que aparece un anciano. Supuestamente soy yo con 40 años más. O
sea, 101. Fijaos, es chachi. Ni os imagináis la alegría que me acabo de llevar.
Ahora fijaos en la
segunda foto. La del cuenco de cenizas. Pues, así era como me imaginaba yo a
los 101. Pero no, no voy a estar así. Voy a estar como en la primera. Viejo,
decrépito y al parecer todavía de pie. Notición.
Así que, según esa
aplicación que nos envejece a los 101 años podré mear de pie, bueno será así si
ya me ha pasado esa manía que tengo de miccionar sentado. Para no salpicar, ya
sabéis. Y siempre si me la encuentro, claro. Siempre la mejor de las
eventualidades. Es más, si la aplicación que me ha envejecido está en lo cierto
y la primera foto se consuma, puedo
prometer y prometo, que para celebrar haber llegado a tan anciano me haré atracador.
“Alto,
soy Luis Germán. Que rulen vuestras pastillitas azules y aquí no pasará nada”.
Sí, porque mi primer atraco lo daré en un geriátrico. No se me ocurre sitio
mejor. Objetivo: hacerme con Enderezol suficiente para los siguientes 20 años.
Al fin y al cabo, si según la aplicación (la fotografía sirve como prueba) voy
a llegar a los 101, tampoco sería
descabellado pensar en llegar a los 120, ¿no? Ya puestos, dejemos volar la
imaginación. Por mí que no quede. Así que, hay que conviene estar preparado.
Que sepáis que estoy dispuesto a romper la hucha de la seguridad social. ¡Que estoy
muy loco! Y que lo tengo todo pensado. Hay que prepararse ante la eventualidad
que el cometa Halley pierda fuelle allá por donde su estela. ¡Qué atrocidad!
Ay, prefiero no pensar en desgracias. Así
que, mejor pienso en atracos. Tengo que hacerme con un buen botín de Enderezol y después marcharme a alguna ignota playa de la Costa da Morte a relajarme
con mi churri. Ya es como si me estuviera viendo. Quejándome de mis
descoyuntes, paseando al chukel (perro en koruño) y comiendo papillas de
percebes de sol. Amigas, amigos, la buena vida me espera. Nos espera. Lo dice
una aplicación, así que si lo dice una aplicación no discutamos. Pongámonos el
mundo por montera y planifiquemos los próximos atracos con cuidado. Hay tiempo
para prepararse y hacer las cosas bien, y como nadie tiene porque salir herido
porque La banda del Trompicayo no esté dispuesta a rendirse, ni tampoco a
rendir la plaza, lo mejor sería que alguien desactivara este comando tan
peligroso. Nada más fácil, que la Autoridad Incompetente legalice la maría y el
cannabis, y que el Enderezol sea universal y gratuito para todo aquel que lo
demande y La banda del Trompicayo depondrá su actitud.
Porque avisamos: o es
eso o que se preparen para un sindiós de atracos. Va a ser un infierno.
Conste que el que avisa
no es traidor. Vamos, eso dicen.
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