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viernes, 19 de julio de 2019

Chico ye yé.



Después de varios siglos de abandono, los de la Oficina del Papeleo se acordaron de mí y me mandaron un burofax conminándome a acudir a una entrevista en tal fecha y a tal hora con el apercibimiento de que si no lo hacía caería sobre mí el peso de la justicia. Ante tal amenaza, acudí. Me puse camisa la camisa de chorreras que guardo para estas ocasiones, me calcé las zapatillas fluorescentes que había comprado en Comezón y me  duché. Y así, después del consabido respingo que produce verse uno tan limpio llegué a la Oficina del Papeleo.  Iba dispuesto a todo. A darles  la razón en  todo lo que hiciera falta, y atento a sortear todos los peligros que algo tan inaudito podía acarrear en mi incierta vida.
Cuando me llamaron al box vi de un vistazo que Margarita Buenrollo, había una plaquita con su nombre, tenía debajo de la nariz una sombra más frondosa que el mostacho de mi amigo Julio; al que, por cierto y si lee esto digo que, a ver si te llamo uno de estos  años, brother (bueno, tú ya sabes).
Creo que, teniendo en cuenta mis antecedentes, a mí me gustan mucho las mujeres de pelo en pecho, me habría enamorado de ella si no hubiera sido por lo que me dijo. Pues, no fue la Buenrollo y me ofreció un trabajo. ¿Os lo podéis creer? ¿De la Oficina del Papeleo? ¿De verdad? Pues yo, la verdad, pensé que alguien me estaba gastando una broma de mal gusto o que era víctima de un programa de cámara oculta o alguna majadería de ese tipo. Es que, ¡hombre, no me jodas!, si la Oficina del Papeleo JAMÁS llama a nadie (al menos que yo sepa) para ofrecerle  nada porque  tenían  que llamarme a mí. ¿Por qué? ¿Para discriminarme? ¿Más? Menos mal, ya digo, que estaba firmemente  convencido que todo aquello se trataba de una broma, macabra, y que alguien en cualquier momento diría ¡sorpresa!, sonríe, somos los de la Tele Gaita y estamos haciendo un programa o algo así. Sin embargo, no sucedió eso. Al contrario, la oferta era en firme. Totalmente seria. Ofrecían sueldo fijo, vestuario y dietas.
Al parecer, la semana pasada a los de la orquesta Zurich de Camariñas se  les había muerto de repente el cantante, Josito Coxis, y tenían que sustituirlo a la mayor brevedad posible; y claro, como yo, gozo de buena presencia, estoy en muy buena edad  y practico el gorgorito en ducha, pensaron en mí.
Ahora, me dijo la Buenrollo con mirada zalamera, sólo tienes que memorizar las letras de las canciones del repertorio, contonear las caderas y enseñar tus hermosas caries  por todas las parroquias, lugares y aldeas  en las que tenéis “bolos” contratados. Nada más.
Así que, ya sabéis amigos nativos y mesetarios, si en vuestra agenda está acudir este año a bañaros en la balsa de residuos de Monte Neme, recordad  que después podéis acudir a alguna de las verbenas  que haya por las inmediaciones y verme en vivo y en directo. También firmo libros. Es más, os recomiendo encarecidamente que no os perdáis ninguna de las actuaciones de la orquesta Zurich de Camariñas. Su nuevo cantante melódico, un tal Luis Germán, es la sensación de este año.
Es más, nuestro éxito está siendo tan arrollador, el de la orquesta Zurich de Camariñas, que los de la Xunta de Galicia ya nos han pedido que protagonicemos su nueva campaña publicitaria para atraer mesetarios.
Así que, visto el éxito que obtuvieron promocionando Monte Neme, sitio ahora muy visitado, y donde recomiendo encarecidamente lavarse los piños a todos los mesetarios que nos visiten, no creo exagerado pensar que los de la orquesta Zurich de Camariñas vamos a tener más éxito este año que los Rolling Stones esos de los cojoncios.
Qué no. Mirar mi foto, mi look de cantante melódico está causando furor entre las féminas. Y, por favor, que alguien me saque a la Buenrollo de encima porque esa sombra tan frondosa…
En fin, a ver cómo acaba la cosa.


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