Perímetro me suena a
griego, tal vez a hijo de Menelao, a sobrino de Agamenón, y también me suena a
Ilíada, pues de Homero me trae recuerdo; sin embargo, no es griego ni siquiera
nombre propio, por mucho que gustara de tal cosa; es sustantivo y masculino, latino
y término hoy en día de lo más frecuente, de uso y abuso, en el cine, en el más
de los onomatopéyicos, en ese que cursa en pin pan pun y recidiva en chas cras pataplás, que vemos en las películas en las
que salen esos héroes que ni despeinan sus flequillos llegada la hora de salvar
al mundo. Y, ay qué pena. Con lo bonito
que sería que griego fueras; dios, titán, cíclope o todo a la vez, y que vivieras
donde viven tus primos, los dioses griegos, allá en el Olimpo. Lástima que
siendo sustantivo no te alcance el derecho para disfrutar de chalecito en tan
afamado monte. Con lo bien que estarías, Perímetro, en el mismo jugo de tu salsa,
haciendo el mal, masacrando y lleno de ira, vengativo a más no poder e incestuoso
y violador como estilan los dioses de tu especie. Ya te imagino allí, Perímetro,
a tus anchas, haciendo gala sustantiva de tu nombre, encerrado a cal canto para
nunca más salir. Ay, Perímetro, piénsalo, que nombre propio no eres, por más
sustantivo y latino que te creas, ¡confínate
allí!, en el Olimpo, a dar rienda suelta a tus humores y deja en paz de una vez
a los que sólo somos simples mortales. Y si tal sitio no fuese de tú agrado,
por el mucho folletín, me atrevo a ofrecerme otra alternativa, a ver qué te
parece: ¿Por qué no tas con Hades al infierno?
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