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viernes, 5 de marzo de 2021

No diga Ratoncito, diga Álvaro.


 

Algún día se contará como un gran hito la aportación que don Emérito de Campechano hizo al descubrimiento de la verdadera identidad de Ratoncito Pérez.  A partir de ahora, si quiere hablar con propiedad, no invoque a Ratoncito Pérez cada vez que se le caiga un piño, invoque a Álvaro de Orleans. Él será el que acuda y le agasaje con unos viajecitos. Porque fue él el señalado como el auténtico Ratoncito Pérez. Al menos, de la Irreal Casa. Esta información, al parecer, ya ha sido contrastada por la Agencia Tributaria, por el Gobierno y demás poceros, que como es sabido son fuentes de gran insolvencia. Pese a tal cúmulo de evidencias, Eduardo Inda, periodista especializado en pozas, charcos, lodazales y con cuenta abierta en esa red social conocida por Villarejo News, discrepa abiertamente y afirma que tararí que te vi, que no es posible que Álvaro (don Álvaro para los muy cafeteros) sea Ratoncito Pérez porque el pobre desgraciado (se refiere así a don Álvaro) no tiene donde caerse muerto. Otra  cosa bien distinta son los avalistas de don Emérito, esos extraños personajes a lo que nadie sabe cómo referirse o cuáles son sus nombres y apellidos, porque no se sabe si son ayudantes de Ratoncito, si cobran intereses Orleans, con más de dos dígitos de rentabilidad, o si simplemente se  trata de la banda de Ali Babá que de nuevo sale al rescate de don Emérito de Campechano. Sea  como sea, lo cierto es que en la Agencia Tributaria acumulan años y polvo sobre los muchos expedientes que don Emérito tiene abiertos, y se toman las cosas con la calma del que espera un fatal desenlace que arregle todo. Porque, ya se sabe: muerto el perro, muerta la rabia. Y, claro, fin del expediente.

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