… y que son una
auténtica gilipollez. Uf, disculpad la expresión: ¡gilipollez! Porque
gilipollez viene de gilipollas y tampoco conviene generalizar. Al menos, en
este caso. Maticemos, y para que comprendáis. Si tonto es el que dice
tonterías, gilipollas es el que dice gilipolleces. Así que, declinar conmigo el
presente indicativo del verbo gilipollear: yo gilipollas, tú gilipollas, él
gilipollas… ¿Lo vais cogiendo? Pues, empecemos por el principio, y en el
principio no está el Verbo; qué va; en el principio están los que enseñan, y
están por aquella regla que dice: el que sabe sabe, y el que no, enseña. Pues
dicen esos, los que no son Verbo ni intentándolo, los mismos que tienen a bien
gastarse los dineros en perpetrar estadísticas chorras, que los finlandeses son
los ciudadanos más felices que hay sobre
la tierra. Sííí…, como lo oís. ¿Cómo se os queda el cuerpo? Claro, a lo
mejor pensabais que éramos nosotros los felices, con nuestras hipotecas, nuestros
fines de semana y nuestros coches. Pues, no. Son ellos, los fineses. Y es la
segunda vez, además, que nos dicen tal
cosa. Repiten, por tanto, en felicidad por segundo año consecutivo. Llegado a este
punto, y sabiendo que no soy yo de tirar la piedra y esconder la mano, os
amplio la información. Merece la pena conocerla. Esta estadística antes mentada
está perpetrada por Red de Soluciones para un Desarrollo Sostenible. En serio.
Y es un organismo de investigación multidisciplinar vinculado a la ONU. Ya
sabéis, la ONU es un edificio que está en Nueva York, uno con apariencia de
enorme caja de zapatos, y capaz de albergar a más personas que funcionarios
tiene la Diputación de Orense. ¡Que ya es decir! Para que os deis cuenta de lo importante que es
el tema solo os diré otra cosa: un funcionario de la ONU cobra cinco veces más
que un funcionario de la Diputación de Orense por hacer lo mismo: nada. Por
tanto, deduzco que hablamos de gente lista, además de preparada. ¿Y qué hacen los listos? Pues, informes. Una cosa muy de listos. Y si dicen que los finlandeses
son los más felices, lo dicen teniendo en cuenta factores como producto
interior bruto, ayudas sociales, esperanza de vida, libertad, percepción de la
generosidad o la corrupción y la calidad de vida. Vale. Dicha una cosa procedo
con la contraria: yo estuve allí, en Finlandia me refiero, y sí muy bonito. Es más,
sería de mi agrado volver a contemplar unas auroras boreales y al día siguiente
largarme con la felicidad a otra parte. Porque, hace tanto frío que no sé si
tendría un buen proceder si, por un casual, me encontrara de repente con Papá Noel; y como yo no soy de discutir, que
cuando engordo es por lo contrario y no por lo que pueda comer, preferible es marchar y
dejarlos disfrutar de tanta felicidad. Además, tanta felicidad no debe
ser buena. A las pruebas me remito. Los finlandeses son la nación de Europa con
la tasa más alta de suicidios. Así que, mejor no, no vaya a ser. Que les
aprovece a los fineses y un sentido hip
hip hurra por los funcionarios de la ONU, gente de valía y de gran preparación.
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