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jueves, 20 de septiembre de 2018

Imprevistos.


   Todavía transpiraba víctima de unos espaguetis a la rabiata con salmón, cuando de repente blasfemé: “sapristi”.
   El calentador no funcionaba.
   Como la cosa parecía irresoluble me tiré a la bartola, me metí una sobredosis de azúcar y comí un yogurt. Sobreexcitado consulté con mi asistente personal (Maruxa):
   —Maruxa, ¿dónde está el servicio técnico del mejor calentador del mundo y del que más se estropea?
    —Justo al lado de la iglesia (bar) que frecuentas—contestó Maruxa con voz metálica.
   Me senté en el sillón de escay que vive frente al televisor, y cuando en mi culín empezaban a formarse grumos, asistí a un duelo interpretativo digno del mejor Hollywood. En pantalla, un tal Arriaga le aseguraba a Iker Casillas:
   —En situaciones difíciles necesitamos soluciones fáciles.
   Por supuesto, llamé. ¿Cómo resistirse? Una amble señorita descolgó al cuarto tono.
   —Arriaga Asociados, dígame.
   Por un momento quedé sumido en la confusión: “¿Maruxa estaba pluriempleada?” Juraría, si jurara, que la que había hablado era  la misma persona que mi asistenta personal de google.
   Sin embargo, opté por la discreción y obvié la curiosidad.
   —Le llamaba porque estoy en una situación difícil.
   —Dígame, señor.
   —No presuponga, por favor, que yo no ni le he llamado a usted señorita ni señora ni siquiera asistente personal.
   —Disculpe, no le entiendo.
   —No se preocupe, estoy acostumbrado. Pero, no llamaba por eso, llamaba porque se me acaba de estropear el calentador. ¿Qué hago?
   —Oiga, disculpe, pero esto es un bufete de abogados no un servicio técnico.
   —Vaya, ¿entonces me está diciendo usted que ustedes en situaciones difíciles no tienen soluciones fáciles?
   Me colgó. No sé, pero creo que voy a tener que hablar con el tal Arriaga ese seriamente, porque llamar a Casillas ni se me ocurre. Primero tendría que llamar a Florentino para que me diera su número y la verdad…, no me veo.
   Contrariado por el contratiempo recordé lo que llevo practicando toda la vida: ver el lado positivo de las cosas.
   Me levanté del sillón cuando un geranio ya florecía en mi culo, mi famosa flor, fui consciente de que estábamos a 86 grados Fahrenheit, 30 en Canarias, y me fui a la ducha pensando: “tengo una polla como una olla”.
   
     
  
     


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