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martes, 18 de junio de 2019

Chungos, intermitentes y DGT.


Todos los que conducimos sabemos que las carreteras son el hábitat natural del hijo puta común. Hablo de los/as cabrones, chungos, descerebrados. De los que se creen Fernando Alonso, de los que no ponen los intermitentes y de todos los que piensan que en la carretera sólo están ellos. Hablo de esos, de esas.
Contra ese tipo de gentuza la única arma que tenemos es la DGT. Dirección General de Tráfico. Sus patrulleros garantizan el tráfico, su sola presencia vuelve timorato al más chinorro de los conductores y su reconocida capacidad para multar es ampliamente reconocida.
Sin embargo, los mandos que los dirigen, esos que los políticos nombran a dedo, empeñados en conseguir grandes objetivos —que no haya mortalidad, que  no…— se olvidan de que a los grande objetivos sólo se accede si antes se alcanzan primero los pequeños. Y es que, empezar la casa por el tejado no suele acabar dando buen resultado. De tal forma que, siendo loable desear que haya cero muertos en carretera, también sería conveniente empezar por el principio y tratar de hacer las cosas bien.
Y en el principio, está el uso de los intermitentes. Algo que, por cierto, todos los coches traen y que, por lo que se ve, la inmensa mayoría de conductores parece desconocer. Lo podéis comprobar por vosotros mismos. Es fácil: os ponéis en una rotonda y contar cuántos coches ponen el intermitente para salir de ella. ¿El 20%? En fin, creo que hoy me he levantado generoso.
Por culpa de esa gente, que es mayoría, el tráfico es menos fluido, más peligroso y se producen más accidentes. Eso por no hablar de que, también por culpa de ellos, además de conductor  tienes que ser vidente y adivinar qué va a hacer el que va delante u obligar a frenar al que viene de frente para ver por dónde sale el o la menda que ya está en la rontonda.
Lo malo de todo esto es que esa peste de conductores, insolidarios, gárrulos y los de la teoría de primero mi culo y después mi culo, son mayoría y que ese comportamiento inadecuado y peligroso no está multado, ni siquiera perseguido por la DGT.
Así que, si ya te quedas asombrado con la cantidad de peña  que circula estirando meñique sobre chatarra de marca o de todo a cien—que viene siendo lo mismo— sin molestarse siquiera poner nunca los intermitentes, más pasmado te quedas con la indolencia de la DGT ante este tema.